Parroquia Santa Barbara de la Ayurá

Conocida como Santa Bárbara de Ayurá, de estilo neocolonial barroco, fue construida en el año 1975. Es una ermita admirada por su arquitectura y su belleza tanto interior como exterior. Es muy deseada por la sociedad envigadeña para celebrar matrimonios.
foto estudio Yepez, Facebook fotos antiguas de Envigado

El presbítero Francisco Daniel Restrepo González (Envigado, 1932 – 2017). Junto al padre Eduardo Toro concibió el diseño de la Ermita de Santa Bárbara en Envigado. El padre Toro se especializó en arquitectura paleocristiana, arte sagrado y bellas artes, estudios adelantados en las ciudades de Roma y Medellín. Con su saber ayudó a diseñar iglesias tan representativas en Envigado como La Niña María (barrio Bosques de Zuñiga), Santa Bárbara de la Ayurá (Uribe Ángel) y la Santa Cruz de Alcalá, las tres con el estilo arquitectónico del neo-barroco hispanoamericano.

Está ubicada en el barrio Las Flores y sirve a los barrios Alto de Misael, La Sebastiana, Urbanización Santa Bárbara, Villa Nueva de la Ayurá, Uribe Ángel parte Plana y parte Alta.

Fue creada por el arzobispo de Medellín Tulio Botero Salazar el 27 de Febrero de 1975, cuando el Párroco Andrés Toro prestaba sus servicios a la comunidad.

La Ermita Santa Bárbara de la Ayurá se encuentra ubicada en el barrio Manuel Uribe Ángel parte plana, o como siempre lo han llamado, Buga. Nombre que hace referencia al agua jabonosa que sale al lavar la ropa en las quebradas o ríos. El barrio está cruzando la quebrada La Ayurá, al otro lado del Barrio San Mateo y la gente pasaba de un lado al otro del barrio por un puente de madera colgante para ir a misa a su parroquia cuando aún ésta no se había construido. Sus habitantes lo describen como un barrio nacido de la nada, “esto por acá era un potreros y lagunas, jugábamos en lo que ahora es la iglesia, ahí cogíamos pescados, más allá había una ciénaga que vivía llena de garzas y patos” (Entrevista con Fredy Bustamante. Barrio Uribe Ángel).

La gente del barrio era humilde, hacían morcilla, las morcilleras más conocidas se llamaban Aurora Bustamante, Virgelina y doña Lía. En ese momento la quebrada no estaba canalizada y en ella se dedicaban a oficios como lavar ropa propia y ajena y sacar material de playa. Otras personas vivían de trabajar con carretas de animales, oficios domésticos en otros barrios de Envigado, algunos padres de familia trabajaban como zapateros o eran empleados de Rosellón, Grulla o la Bota del Día.

El barrio tenía mucho malevaje y mucho vicio; había una banda llamada los Zungos, en un punto del barrio que llamaban La Raíz había un palo de naranja agria, ese era el lugar de encuentro de los muchachos que se reunían a fumar, tomar alcohol y pepas y jugar dados. “En la noche cuando ya estaban muy borrachos y drogados se ponían a pelear y se daban puñaladas. En la taberna de Chaverra también se mantenían, ahí vendían el licor y había billar.”(Entrevista con Fredy Bustamante. Barrio Uribe Ángel.)

Entre los personajes más relevantes se destacan Aniceto, quien era policía y cuidaba mucho el barrio, se preocupaba por la gente más pobre que en algún momento se quedaba sin casa por culpa de un aguacero o una crecida de la quebrada. Hugo, le dicen Verruga, es un personaje muy importante para el crecimiento del barrio, él animaba a la gente a hacer combites, a hacer las reuniones de diciembre, empujaba a la gente a sembrar los árboles y a hacer actividades en pro de la parroquia. Ahora se encuentra muy enfermo.

El barrio tenía un punto de venta del carbón de piedra, en la casa que llamaban de Los Tambores, allí se abastecían para cocinar sus alimentos.

Había una señora adinerada y soltera que se llamaba Graciela Vásquez, le decían La Mona Vásquez. Era muy devota de Santa Bárbara. Ella heredó sus bienes para hacer una parroquia en Envigado; inicialmente quisieron construirla en Alcalá, pero el arzobispo Tulio Botero investigó cuál era el barrio más pobre de Envigado que estuviera en ese momento necesitando una parroquia y decidió construirla en Buga. El padre Eduardo Toro fue designado por el arzobispo para esta misión.

Inicialmente el padre Toro pensó en construirla en una loma, quería que quedara en la parte alta, pero los miembros de la junta no estuvieron de acuerdo y pensaron que nadie iba a ir hasta allá para asistir a las eucaristías. En esto hubo una falta de visión a futuro, menciona Toro “porque en este momento sería más estratégico que la parroquia quedara allá en la loma donde ahora hay muchas unidades residenciales que en la parte donde está, que es muy cerca de la Iglesia de San Mateo” (Entrevista con el padre Eduardo Toro, agosto 2021).

La Mona Vásquez dejó una junta encargada del dinero, entre los miembros estaba un señor de apellido González, otro de apellido Trujillo, entre otros. La junta compró el lote donde ahora está la parroquia y el que continúa hasta la quebrada La Ayurá donde ahora están las Torres de Santa Bárbara.

Su construcción

La construcción empezó en 1973, el 4 de diciembre se puso la primera piedra para sus bases. Los planos los hicieron los padres Eduardo Toro y Daniel Restrepo González, sobrino del filósofo Fernando González. El padre Eduardo pensó en ese momento en la importancia de que Envigado tuviera una parroquia de estilo colonial a modo de réplica ya que estaban destruyendo el patrimonio urbanístico del municipio derribando casas de tapia y otros lugares patrimoniales.

Toro y Restrepo hicieron un viaje por algunas regiones de Colombia en el que recogieron un promedio de 2000 fotografías de parroquias que fueron decantando hasta que dieron con la inspiración para los planos de Santa Bárbara de La Ayurá. Las primeras eucaristías se realizaron en el corredor de la casa de Doña Lola y Don Modesto Bustamante, casa que aún se conserva al costado izquierdo de la parroquia, una casa grande de amplio corredor en la entrada. Don Modesto era jornalero en la Loma de los Rave y doña Lola tenía un puesto de verduras en la plaza de mercado junto con sus hermanas Tulia, Eloísa y Rosa. “En este corredor se celebraron matrimonios, primeras comuniones, confirmaciones… recuerdo a unas matronas que eran Carmen Bolívar, Maruja Bolívar, mi tía Rosa Edilma Bustamante, Domitila García, Elvira García, Genoveva Gómez.” (Entrevista con Fredy Bustamante. Barrio Uribe Ángel.)

La casa de la familia Bolívar fue la casa cural antes de la construcción de la parroquia, allí Carmen le arreglaba la ropa al padre, le cocinaba y Ester y Maruja apoyaban en la parroquia con la recolección de las limosnas y tocando las campanas antes de casa misa.

La construcción se hizo con la ayuda de la junta designada y de los habitantes del barrio, quienes muy entusiasmados colaboraban arduamente. Los estudiantes de las escuelas María Poussepin, Darío de Bedout y José Miguel de la Calle se reunían y hacían largas filas hasta la quebrada para ir llevando la piedra para hacer las bases y los muros. Los más jóvenes del barrio pelaban la caña brava para hacer el techo, la conseguían en Envigado o en cultivos cercanos. Además, se realizaban combites y se hacían empanadas para conseguir algunos fondos.

“Cuando traían los camiones con caña brava amanecíamos ahí pelándola y doña maruja, doña Teresa la mona y doña Dora nos traían aguapanela caliente con bizcochos” (Entrevista con Fredy Bustamante. Barrio Uribe Ángel).

El padre Eduardo Toro describe cómo era el diseño de la parroquia interna y externamente:

 “Las ventanas y puertas están hechas en madera de comino, se mandaron a hacer a Copacabana con el carpintero Carlos Díaz quien era pariente de Antonio Díaz, el alarife contratado. Las alas de las ventanas fueron tomadas de la casa de Miguel de Aguinaga en Santa fe de Antioquia. La parroquia tiene una nave lateral que es la capilla del Santísimo, la división se hizo con 3 arcos de medio punto con muy buen espesor. La pila bautismal la consiguió Toro en un anticuariato de Popayán. La mona Vásquez donó una Virgen Dolorosa que fue traída de Barcelona. En la torre hay una leyenda que dice: Esta iglesia se hizo con dineros de la Mona Vásquez, fueron alarifes sus constructores.

Frontis de la Iglesia, foto archivo Centro de Historia de Envigado

El campanario tenía una campana de 1697 que estaban vendiendo en un anticuariato de Medellín y había pertenecido a la Iglesia de Santa Clara en Cartagena, tiene una leyenda que dice: Esta campana dio de limosna a mi Madre Santa Clara el señor Don Diego de los Ríos y Quesada. Año de 97”. Los pilares del coro los labré yo mismo y son copias de los de una casona de Santa Fe de Antioquia.

“El retablo era blanco, humilde, como era mi intención inicial” Igualmente, el retablo de la capilla del Santísimo contiene sobre el sagrario una imagen de comienzos del siglo XVII que pertenecía a la Iglesia San Juan de Dios de Medellín.

En las crónicas de Lisandro Ochoa llamadas Las Cosas Viejas de Medellín se relata que esa imagen era llevada en procesión desde San Juan de Dios hasta la iglesia de La Candelaria. El padre Toro era muy cercano al padre Daniel Restrepo Uribe quien era el maestro de ceremonias de la Catedral de Medellín y se la dio a Toro para la parroquia.

Había una imagen quiteña de Santa Bárbara, del siglo XVIII, que conseguí con el cura Mario Sierra, después fue cambiada por otra. Sobre una de las columnas que divide uno de los arcos de la capilla del Santísimo de la nave principal hay un San José pequeñito del siglo XVIII. En la espadaña hay una Santa Bárbara en madera vieja de Envigado labrada por mí”.El piso es de barro y piedra. Las cerchas del techo son de madera rolliza. Las paredes son de cal” (Entrevista al Padre Eduardo Toro).

ventanas de la ermita, foto archivo Centro de Historia de Envigado

Los habitantes del barrio recuerdan al padre Toro como un gran motivador y precursor de la parroquia:

“El diseño de la parroquia lo hizo el cura Eduardo Toro, pintó, esculpió e hizo todos esos detalles que pueden verse en la construcción. Él se subía a los andamios. Las cañas que se usaron para el techo se fueron para Girardota a orillas del río Medellín abajo porque en Envigado ya no había caña, por la urbanización. Fue a los ferrocarriles a buscar madera para la estructura y armonizar la construcción muy colonial. Puertas viejas, piedras para la casa cural, etc. El cura se vinculó con la gente y sabía llegar a la gente, la gente lo siguió” (Entrevista con Darío Álvarez).

Como alusión a las actividades religiosas los vecinos recuerdan la procesión de prendimiento que salía del Alto de Misael, pasaba por el barrio con una cantidad de velitas. La gente ya tenía hábitos de vinculación con las actividades de la iglesia en este caso la de San Mateo que era la más cercana entonces su proceso de vinculación con la nueva parroquia fue muy positivo y muy participativo.

“Los constructores y albañiles del barrio pusieron su granito de arena, unos porque colaboraban los fines de semana y otros porque les pagaban. Entre ellos estaban Pedro Mejía quien hizo el decorado que hay en el Santísimo en la piedra. Me parece ver al viejito fumando, ¡tráeme agüita John!, me decía (Entrevista con Fredy Bustamante).

Alto y retablo de la iglesia Santa Barbará de la Ayurá, foto archivo Centro de Historia de Envigado.

En al año 1975 se pavimentó la calle principal del barrio. La empresa de transporte de Carlos Ángel empezó a hacer ruta por allí, “el letrero del bus decía: San Marcos-La Magnolia-San Mateo-La Plaza-Rosellón y cuando abrieron la nueva ruta decía: Avenida El Poblado-San Marcos- La Magnolia-San Mateo- Sebastiana”, era la última porque la terminal quedaba en La Sebastiana.

Como mencionan algunos vecinos del barrio la construcción de la parroquia desencadenó la pavimentación de la vía principal, la construcción en los años ochenta de las Torres de Santa Bárbara y la ampliación y mejoras en las casas. La forma como veían al barrio cambió, ya había más movimiento y acciones para mejorar la vida de sus habitantes que con la llegada de algunas empresas nuevas al municipio dieron un mejor panorama económico a las familias de Buga.

Finalizada la construcción en 1975, se acordó destinar un total de $300.000 para la edificación de un parque que estaría ubicado al frente de la Ermita, los costos de los planos irían por cuenta de la parroquia (Archivo Concejo de Envigado. Acuerdo 36 del 12 de septiembre de 1975. Folio 112).

En 1997 el padre Eloy Velásquez solicitó a la administración municipal una donación para la restauración del techo de la parroquia, desde el mes de junio del mismo año la junta directiva del concejo comunal había solicitado la revisión del tema ante el alcalde. El ingeniero civil Fernando Betancur efectuó en septiembre un análisis de la estructura y recomendó “diseñar y construir una unión, probablemente en acero, que garantice la transmisión de cargas del par a la tiranta para poder realinear el techo y vaciar la sobrecubierta de hormigón” en las fotografías que aporta el estudio se puede ver cómo el techo está soportando un peso que podía llevar a su desplome y estaba causando daños en las cerchas principales y mostrando zunchos reventados. Esta restauración la realizó el arquitecto Carlos Alberto Molina Londoño y tuvo un costo aproximado de 68 millones de pesos.

Actualmente la Ermita es una de las más concurridas en Envigado para la celebración de matrimonios, primeras comuniones y bautizos, sobre todo en el mes de diciembre, debido a la conservación de su estilo colonial y la belleza de su estructura. Sirve además a los barrios cercanos Alto de Misael, Las Flores, La Sebastiana, Villa Nueva de la Ayurá y Uribe Ángel partes alta y plana.

Los siguientes han sido los párrocos que han prestado su servicio en la Ermita:

-Francisco Eduardo Toro – 1975

-Bernardo Pancracio Correa – 1979

-Andrés Jaramillo – 1979

-Raúl Álvarez – 1986

-Octavio Barrientos – 1987

-Guillermo Botero ­- 1987

-Otoniel Cano – 1989

-Eloy Velásquez Jiménez – 1993

-Rubén Darío Ospina

-Oscar Humberto Marín

-Alejandro Villa

-Alfredo de Jesús Hoyos

-Wilson Álvarez Herrera (2021) (Reseña anónima facilitada por la parroquia Santa Bárbara)

El padre Wilson Álvarez Herrera es el párroco actual de la Ermita, es el número 13 de los que han servido a la parroquia. Fue ordenado por el papa Juan Pablo II en su venida a Colombia. En su recorrido ministerial destaca su participación en la Catedral Metropolitana de Medellín, después en la Parroquia Santa Juana de Arco a comienzos del año 87, mismo año en el que fue enviado a Roma a hacer una especialización en la Universidad Pontificia Lateranense. Desde su regreso de Italia ha estado en servicio en 5 parroquias y hace un año está en la Parroquia Santa Bárbara. Considera que la comunidad alrededor de la ermita es una comunidad dinámica y activa, pero su llegada se dio en un momento difícil puesto que la pandemia no ha permitido el encuentro con las personas ya que se encontraban suspendidas todas las actividades de los diferentes grupos. Piensa que se ha perdido mucha identidad de comunidad, pero se ha logrado entrar en contacto de nuevo y las personas han respondido de manera satisfactoria. Actualmente asisten incluso personas de otras parroquias como la Niña María, San Mateo, La Mina, San José, entre otras.

Para darle la posibilidad a las personas de confesarse cuando vienen a las celebraciones, en cada eucaristía se tiene a un sacerdote que confiesa y otro que la preside la ceremonia. En este momento la parroquia tiene una vida pastoral muy activa, se han tenido encuentros con diferentes líderes parroquiales y se han programado actividades para todo el año en curso.

Amparo Mesa es una de las voluntarias de la comunidad más importantes en la parroquia; ha vivido toda su vida en el barrio y desde hace más de 20 años colabora allí. Ha pertenecido a todos los grupos que existen y ha ayudado a la formación de muchos de ellos. La parroquia ofrece el servicio de la comunión a los enfermos por medio de los Ministros de la Comunión, de los cuales hace parte Amparo desde hace 20 años, este es uno de los servicios más antiguos que realiza la parroquia. Los ministros se encargan de entregar la comunión a los enfermos que la soliciten y se dirigen a los diferentes sectores del barrio para tal fin (Entrevista con Amparo Mesa).

También está activo el grupo de Solidaridad y Caridad que se encarga de entregar cada mes un mercado a las personas más vulnerables. Por medio de una canasta que se ubica en la parroquia se van recogiendo alimentos para armar los mercados y también hay personas que entregan directamente sus donaciones en la casa cural, no solo de alimentos sino también de ropa. Hace algunos años empezaron con la venta de Bonos y con el dinero que recogieron pudieron dar vida a lo que hoy es el Salón Parroquial que es el espacio donde se reúnen todos los grupos y comunidades con los que cuenta la parroquia. Otra área que remodelaron fue la Sacristía que se encontraba en muy mal estado.

Amparo comenta que una de las intenciones este año con las formaciones de grupos es tener algunos de carácter juvenil y otro de parejas, en el momento se realizan convocatorias para formar estos grupos ya que todos los demás grupos conformados son de personas mayores que en algunos años necesitarán ser relevados de sus labores de servicio.

Marta Arcila es otra de las mujeres que durante muchos años ha participado en las actividades de la parroquia. Ella nació en el barrio San José y unos años después de casarse se fue a vivir a Buga, hace 49 años. Participó en la construcción de la parroquia con el padre Eduardo Toro y recuerda con buena memoria a algunos de los párrocos que le siguieron, menciona al padre Andrés, Bernardo, Eloy, Óscar, Rubén Darío, Alejandro…

Marta también es misionera de la Casa de la Misericordia, desde antes del año 2000; es coordinadora del Oratorio de la Virgen de Fátima, ministra de la comunión, proclamadora de la palabra, ayuda a recoger el peso parroquial y estuvo en el coro cuando la parroquia contaba con uno (Entrevista con Marta Arcila).

Alirio Heredia otro de los voluntarios más activos con los que cuenta la parroquia vivió los primeros años de su vida muy cercano a la parroquia y aunque hace 15 años que no vive en el barrio nunca ha perdido contacto con el trabajo comunitario y pastoral. Ha sido un colaborador en la organización de los eventos de la Semana Santa, los altares para las procesiones, San Isidros y hace poco se encarga de coordinar a los Proclamadores de la Palabra.

La parroquia cuenta con un Sistema Integral de Nueva Evangelización o SINE, aprobado por la arquidiócesis de Medellín. En Envigado este sistema inició en la parroquia de la Niña María y consiste en la reunión semanal de pequeñas comunidades que comparten la palabra, la oración, el conocimiento de Dios y el trabajo individual en el ser. Es también una manera de preparar a las personas para que se integren a las demás actividades que realiza la parroquia. Con el tema de la pandemia fue muy complejo reunirse de manera virtual ya que la mayoría de los asistentes a las comunidades son adultos mayores y no fue fácil para ellos manejar el tema de conectividad y algunos, además, no cuentan con internet o un equipo adecuado para ello, pero ahora ya se están retomando los encuentros de manera presencial. 

La comunidad fundadora del SINE se llama Seguidores de Jesús, también están El Sembrador, Emmanuel, Shalom, Agua Viva, y Nueva Alianza; a cada una de ellas asisten aproximadamente 20 personas. Se apoyan con las parroquias cercanas para realizar retiros después de cada catequesis, van a San Antonio de Prado, El Convento de las Orquídeas y un convento en el barrio La Sebastiana donde reflexionan sobre sus encuentros y procesos de aprendizaje. Estas comunidades cuentan con integrantes inicialmente del barrio, pero si se quieren unir personas de otras parroquias que no cuenten con el sistema SINE no tienen problema en recibirlos porque la idea es conformar más que comunidades, familias que se sientan parte de una misma fe.  

Alirio comenta que el barrio es muy grande y hay lugares donde el acceso de las personas a la parroquia no es tan fácil, entonces como una manera de la parroquia acercarse a todos ellos se realizan encuentros para las eucaristías en el Alto de Misael, en un lugar llamado el Alto de los Sueños.

Una de las dificultades que encuentra Alirio es el trabajo comunitario con niños, considera que es difícil encontrar personas profesionales con experiencia en pedagogía que de manera voluntaria quieran prestar sus servicios. Otra de las necesidades que manifiestan los habitantes del barrio y voluntarios de la parroquia es que está cuente con una reja que permita que se aísle de las personas que de manera inescrupulosa se ubican en horas de la noche a sus alrededores para consumir drogas o alcohol y además dejan este espacio verde con muchas basuras y residuos que luego deben ser limpiados por los mismos voluntarios (Entrevista con Alirio Heredia).

Es muy reconfortante e inspirador ver como las comunidades que se han formado con la fuerza de sus pobladores, siguen trabajando duro para llevar a cabo sus sueños y darles a otras personas espacios de encuentro como éste, que es sin duda uno de los más queridos por los habitantes del barrio.