Historia de la iglesia de Santa Gertrudis La Magna

Por Johana Osorio, historiadora

 Para finales del siglo XVIII lo que hoy se conoce como Envigado hacía parte de la Villa de la Candelaria de Medellín, tanto eclesiástica como civilmente. La vida espiritual de los vecinos de estas tierras era administrada por los curas de la parroquia de Medellín que debían cruzar largos caminos para hacer llegar los santos sacramentos.

Habitado por familias españolas, entre ellas las de apellido Ochoa, Vélez, Calle, Villa y Restrepo, que tenían sus estancias y suplían de alimentos a los territorios aledaños, “Envigado” era un lugar rural con vecinos dispersos en varias fincas de considerable extensión, dedicadas a la explotación agrícola.[1] Para don Iván González, quien fue concejal del Municipio de Envigado en los años ochenta y es miembro de una de las familias fundadoras, el clima de Envigado en el siglo XVIII era más fresco y más bueno que en la Villa de la Candelaria y la tierra más productiva, por lo que muchas personas de la Villa tenían tierras allí.[2]

El sitio de Envigado toma su nombre, de acuerdo con el historiador Manuel Uribe Ángel, de los largos y perfectos troncos que había en su fértil campo y su selva virgen que sirvieron como vigas para la construcción de edificios.[3] Si bien, la vida rural empezó alrededor del siglo XVII, el nombre de Envigado está registrado en los documentos solo a partir de 1764, cuando se hace una petición al Cabildo para reconocer el camino que comunicaba el sitio de Itagüí con Envigado y se dispone comenzar las reparaciones, para la administración de los sacramentos y para el tráfico común del vecindario que era crecido en uno y otro lado.[4] Es importante resaltar que en 1766, el nombre de Envigado fue oficializado civilmente por el Gobernador José Barón de Chávez cuando creó el sitio como Partido o Pedanía y empezó a ser administrado por un Alcalde Pedáneo[5]. Estos sitios eran distritos rurales que estaban administrados por los alcaldes pedáneos, una figura tomada del derecho romano para llevar justicia más allá de las fronteras citadinas. Para Joaquín Escriche, jurista de la época colonial, el alcalde pedáneo debía su nombre a la forma de administrar justicia en los parajes rurales, ya que este desarrollaba su trabajo a pie, y no tenía asientos determinados para dar audiencia.[6]

La administración de los sacramentos para los vecinos de los sitios rurales en la Colonia siempre fue una preocupación de las autoridades eclesiásticas, especialmente a partir del Concilio Ecuménico de Trento (1545-1563), el cual dotó con bases jurídicas a los vecinos que en virtud de las distancias podían adelantar las diligencias para la erección de un nuevo Curato. En la Sesión XXI, Capítulo IV de este Concilio reza lo siguiente: “Más en aquellas partes en que los parroquianos no puedan por la distancia de los lugares, ó por la dificultad, concurrir sin grave incomodidad á recibir los Sacramentos, y oír los oficios divinos; puedan establecer nuevas parroquias”[7]

Esta disposición tridentina fue acatada por el Rey de España, Carlos III, quien por Real Cédula de 1764, urgió a los obispos de Indias la necesidad de crear parroquias cuando existían poblados a más de cuatro leguas de distancia de las poblaciones. Así mismo, el Vicario Superintendente, Juan Salvador de Villa y Castañeda, en 1766 firmó un concordato con el gobernador José Barón de Chávez sobre la instrucción de doctrina y administración de sacramentos en la Provincia de Antioquia y se convino los lugares donde los curas debían poner coadjutores o tenientes[8].

Siguiendo los preceptos de la Real Cédula, en 1772, el Vicario Superintendente y cura de la Parroquia de la Candelaria de Medellín, Juan Salvador de Villa y Castañeda, ofreció ceder dos gajos de su parroquia para erigir dos Curatos: El de Bello y el de Envigado, porque su conciencia estaba intranquila por no cerciorarse “si sus inquietos feligreses cumplían o no con el precepto de la misa y se instruían en los misterios necesarios para su eterna salvación”[9]

En términos generales, la parroquia era entendida, como un territorio que estaba gobernado por un cura. Sin embargo, su significado iba más allá del poder administrar religiosamente una comunidad. Para Basilio Vicente de Oviedo, cura de las parroquias de Nemocón, Paipa, Charalá, Curiti, segregadas de Tunja, el curato o parroquia era “un capítulo eclesiástico dotado de jurisdicción territorial, compuesto de una cuantía considerable de feligreses portadores de buenas y sanas costumbres, organizados según su composición étnica y en un territorio abastecido con climas propicios para el desarrollo agrícola”. Para él, el curato debía contar con una producción constante y diversificada, para el intercambio de excedentes y propicia para el crecimiento del vecindario, que con sus rentas pudieran pagar los honorarios al párroco y costear la construcción o reparación del templo.[10]

Para erigir un nuevo Curato era necesario diligenciar los trámites eclesiásticos y civiles en los cuales una comunidad buscaba el aval del Vicario Superintendente y del  vice patrono real de la Provincia (el gobernador).  Por esa razón, el proceso de erección del curato de Envigado empezó cuando, el 7 de julio de 1772, el obispo de Popayán, Doctor Jerónimo Antonio de Obregón y Mena, nombró  al Doctor Miguel de Ossa y  en su defecto al doctor José Jerónimo de la Calle, presbítero y docente de teología en el Colegio Seminario de Envigado, para abrir el expediente, el cual buscaba indagar por el número de habitantes, la necesidad del Curato, los límites y examinar si la llamada congrua sustentación del párroco era suficiente.[11]  El doctor Jerónimo de la Calle examinó cuatro testigos que fueron convocados para adelantar los trámites, entre ellos, don Vicente Restrepo Peláez, padre de José Félix de Restrepo; don José Palacio de Estrada, don Antonio de Arango  y don José Antonio Isaza, quien más tarde sería el que donara los terrenos para el templo, la plaza y la casa cural[12]

Los cuatro testigos declararon, bajo la gravedad de juramento, que en los parajes de Envigado e Itagüí vivían entre  dos y tres mil personas, que las distancias se extendían hasta diez leguas y que el sacerdote tendría con que sostenerse, además, que la parroquia de Medellín quedaba con suficiente congrua.[13] De esta manera, “la parroquia encarnaba la expectativa y la voluntad de un puñado de hombres comprometidos mediante la fe pública a levantar los cimientos del núcleo parroquial, que no solo estaban asociados a la infraestructura física comandada por la iglesia, sino también por la necesidad de mutar la vida dispersa a la de una comunidad política solidaria, englobada en la competencia y jurisdicción del centro parroquial”.[14]

Después de las diligencias, el notario eclesiástico estableció que según el censo de población, el número de habitantes era de 2.163. Toda la información llegó a manos del obispo de Popayán, quien creó los curatos de Bello y Envigado por medio del Decreto del 13 de julio de 1773, en donde expresó que las nuevas parroquias “se constituyen para la más pronta administración de sacramentos y pasto espiritual de los vecinos, por no podérseles prestar con la debida puntualidad”. Los linderos de la parroquia de Envigado iban desde la quebrada la Yura por un lado y de la quebrada de Doña María para arriba hasta donde llega el Curato de Arma.[15] Dichos linderos comprendían territorios de lo que hoy es Heliconia, Caldas, Amagá, Fredonia, Jericó, Nueva Caramanta, Támesis, Prado y su límite era Arma.[16]

En Auto del 26 de septiembre de 1773, el gobernador de la Provincia de Antioquia, Juan Jerónimo de Enciso, dio el aval del nuevo curato argumentando que el desgajo de la parroquia de Medellín no perjudicaba el Real Erario de su Majestad el Rey y que todo redundaría en beneficio de aquellos vecinos en el logro del pasto espiritual.[17]De esta manera, el curato de Envigado tenía el aval civil y eclesiástico para establecerse en una comunidad organizada entorno a un templo.

El primer templo

En la jurisdicción de Envigado existía, al momento de la erección de curato, una Vice parroquia dedicada a Nuestra Señora de los Dolores, la cual había sido titulada por el visitador Melchor Gutiérrez de Lara el 28 de julio de 1750. La capilla estaba ubicada en la propiedad de don Francisco Ángel de la Calle, padre de los doctores José Jerónimo y Alberto María de la Calle.[18] De acuerdo con el padre Piedrahita, las Vice parroquias también eran llamadas coadjutorías, fueron generalmente el origen de las parroquias, los trámites para su erección eran más fáciles y algunas parroquias tenían varias vice parroquias.[19] En el caso de la Parroquia de Envigado, al momento de su erección, tenía tres: la de Nuestra Señora del Rosario de Itagüí, la de San Fernando en Amagá y la de la familia Calle en Envigado. En 1792, por orden del Obispo de Popayán, fueron destruidas.[20].

A pesar de contar con tres “centros religiosos”, los vecinos de Envigado debían pagar los derechos parroquiales en la Villa de la Candelaria de Medellín. Después de la aprobación del curato propio, en 1774 los vecinos del Partido de Envigado, don Manuel de Santamaría y don Cristóbal Vélez solicitaron ante el Cabildo de la Villa de Medellín se les declarara libres de pagar los derechos parroquiales a la Villa, ya que en su partido se había erigido curato propio. Esta petición fue rechazada en el Cabildo por el señor regidor Don Mateo Álvarez y el doctor don Ignacio de Uribe quienes argumentaron que mientras no hubiera cura propietario del Partido, una iglesia padrón y mientras el cura rector de la Villa estuviera administrando los santos sacramentos no se podía aceptar dicha petición.[21]

El inconveniente de cura propio se solucionó en 1775 cuando el obispo de Popayán nombró al padre Cristóbal José Restrepo y Vélez, hijo de Vicente Restrepo y doña Catalina Vélez, hermano de los abogados Félix José y Javier de Restrepo y del doctor presbítero Carlos de Restrepo y Vélez. El padre Cristóbal se postuló en 1774, para ser cura de la recién creada Parroquia de Envigado y pasó los exámenes con toda propiedad.[22]

En abril de 1776, el Vicario Superintendente, Juan Salvador de Villa y Castañeda, mandó a que los feligreses se obligasen a mantener la lámpara a Nuestro Señor Sacramentado y a contribuir  con las demás limosnas necesarias para conservar las mejoras correspondientes  y demás indispensables del culto divino, incluso sin tener efecto aun la fábrica material de la iglesia. Además, insto al gobernador para que reconociera los terrenos donde se debía asentar el nuevo Curato.[23]

En Informe del  16 de abril de 1776, el Gobernador Francisco Silvestre reconoció que el lugar más apropiado para establecer el nuevo Curato de Envigado e Itagüí, con el título y bajo el auspicio de Santa Gertrudis la Magna su patrona, debía ser en el sitio de Envigado, en tierras de don Joseph Antonio Ysasi (José Antonio Isaza). Según el gobernador, Don Antonio graciosamente ofreció media cuadra para hacer la Iglesia, la sacristía y la casa cural y una cuadra entera para la plaza pública y los solares para las casas serían vendidos a precios regulares. También se trató de señalar 8 cuadras para que los vecinos empezaran a levantar sus casas, para tener donde aposentarse cuando concurriesen  a misa dadas las esperanzas de que con el tiempo se haría una competente y crecida población[24]. Las actividades para la construcción del templo empezaron ese mismo año cuando el gobernador mandó a que los vecinos empezaran a dar contribuciones para arreglar los caminos, hacer un puente entre Envigado e Itagüí y construir el templo.

En 1777, el doctor don Francisco Javier de Restrepo, alcalde juez pedáneo del “partido de nuestra señora de Santa Gertrudis del Envigado”, expresaba al Gobernador, Don Cayetano Buelta Lorenzana, que aún no se había podido empezar la construcción de la santa iglesia, porque debían verificar que estuviera asegurada la renta de la lámpara para allí colocar al amo y señor sacramentado. Según el alcalde pedáneo, apenas se hallaban de oferta 800 pesos de oro que no eran suficientes y que aunque el cura y él habían practicado vivas y eficaces diligencias para el culto divino y la edificación de la iglesia no se había conseguido[25].

El gobernador  encomendó al Cura y al Alcalde Juez Pedáneo las diligencias para la construcción del templo, entre ellas, listar a los vecinos que debían ser contribuyentes de la obra clasificándolos en primera, segunda y tercera clase de acuerdo con su caudal. Dentro de los vecinos de primera clase se contaron 59 personas de las familias Vélez, Betancur, Mexia, Correa, Montoya, Flores Restrepo, Palacio, Arteaga, Díaz, Escobar, De Isasi, Fernández y Penagos; de segunda clase se contaron 119 personas, especialmente de las familias Ramírez, Sánchez, Rodríguez, Guil, García, Rivera, Ruiz, Pérez, Cano, Agudelo; y de tercera clase habían 215 personas de familias como los Zapata, Gallego, Betancur, Torres, Velásquez, Molina, Bermúdez, entre muchos otros.[26]

De acuerdo con el informe entregado por el cura y el alcalde juez pedáneo al gobernador, la nómina de vecinos contribuyentes era correcta y el albañil que iba a construir el templo, Juan Chavarría, decía que se necesitarían 2000 pesos de oro para edificarlo. El gobernador dio la licencia para construir el templo aun sin tener asegurada la lámpara para el santísimo, porque según él, no era justo que un vecindario tan crecido estuviera careciendo de una iglesia para que todos los fieles asistieran a los divinos oficios, siendo también justo que la misa se celebrase en un templo decente. Además, mandó a que los vecinos cumplieran con el importe equitativo de acuerdo con su clase lo que, según sus cuentas, daba 2066 pesos. Es decir que sobrarían 66 pesos para los fondos de la lámpara[27].

Infortunadamente no se encontraron documentos relacionados con el proceso constructivo del templo ni de los primeros ornamentos e imágenes sagradas con las que el padre Cristóbal Restrepo lo doto. Según se describe en un inventario de 1838, el templo  tenía “50 varas de longitud y 13 de latitud, con sus tres puertas de madera con chapa, aldabón y sus callejones con sus correspondientes portones de madera, sin cerradura. Un frontis de calicanto con su torre y encima colocado tres campañas, cuatro ventanas y nueve rejas todas de madera con cerradura. La sacristía de dos piezas y su callejón cerrado con tapias con tres puertas y dos ventanas de madera en buen estado, el coro con su puerta y escala y barandas todo de madera. El bautisterio de madera con una reja de madera y en él dos pilas, la una para el agua consagrada y la otra para el consumidor. El púlpito de madera con sus escalas y barandas”[28]

En la monografía de Don Sacramento Garcés se hace alusión a la colocación del Santísimo en 1783, cuando el padre, acompañado de su hermano Carlos Restrepo y otros vecinos como José Luis Toro Zapata, Diego Escobar, Miguel María Uribe, Miguel Velásquez y Francisco Javier Vélez solicitaron licencia del señor vicario de la provincia eclesiástica de Antioquia, para colocar el Santísimo en la primitiva Iglesia y firmaron un compromiso donde se obligaban a dar mensualmente para la fundación de la Cofradía cuatro tomines  al año y uno de jornal. Esta licencia fue dada el 7 de diciembre del mismo año.[29]

En 1792 la parroquia de Envigado recibió la visita del obispo de Popayán, Don Ángel Velarde y Bustamante, natural de Quevedo (España), quien se consagró como obispo en Cartagena en 1789 y tomó posesión ese mismo año en Popayán. De acuerdo con el Concilio Ecuménico de Trento “el objeto principal de todas estas visitas ha de ser introducir, la doctrina sana y católica, y expeler las herejías; promover las buenas costumbres y corregir las malas; inflamar al pueblo con exhortaciones y consejos á la religión, paz é inocencia, y arreglar todas las demás cosas en utilidad de los fieles, según la prudencia de los visitadores, y como proporcionen el lugar, el tiempo y las circunstancias”[30].

También era importante revisar el estado material del templo, los ornamentos, imágenes sagradas, los libros del archivo parroquial, la predicación del evangelio, la conducta del padre y las funciones del mayordomo de fábrica[31]. Este último, era la persona que administraba el dinero perteneciente a la parroquia, se encargaba de las finanzas parroquiales, los ornamentos y el buen estado del templo[32].

En los primeros artículos del auto de visita se ordena colocar la patrona sobre el nicho principal y no sobre el altar; colocar la custodia[33] más decorosamente y no de la manera que se usaba muy alta teniendo que subir el sacerdote al altar para su exposición. Además, el obispo ordenó hacer un censo en época de cuaresma, un examen general a todos los feligreses sobre la doctrina cristiana, dar la correspondiente cédula de aprobación y, bajo pena de multas, hacer reuniones mensuales de los sacerdotes para estudios de teleología, de moral y ceremoniales[34].

Por orden del obispo, el 15 de diciembre de 1792, el padre Don Cristóbal de Restrepo y Don Francisco de Isaza, mayordomo de fábrica de la parroquia, formaron el inventario. Para la fecha, el templo contaba con dos candeleros de plata, una lámpara de plata, dos incensarios de plata, algunas imágenes religiosas[35] y varios censos cargados por un total 959.8 pesos y 25 casas repartidos entre algunos vecinos de Envigado, entre ellos, Don Francisco de Restrepo, Don León Garcés, Don Alejandro Ruiz, Don Pedro Piedrahita, Don Nicolás Garcés, Don Thoribio Herrera, Don Antonio de Toro, etc.[36]

El objetivo de crear una parroquia era congregar, de forma organizada, a una comunidad dispersa y el anhelo de los gobernantes era que estas se convirtieran en centros urbanos crecidos y competentes, sin embargo, en Envigado no fue fácil lograr que los dueños de estancias aceptaran construir una casa en la plaza principal.  La Provincia de Antioquia tuvo un crecimiento demográfico en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, pues se presentó una tasa de crecimiento del 2.54%. En 1778 se registraron, en los padrones, 58052 habitantes, en 1798 eran 69875 y para 1808 el índice de la población alcanzó 106950 en toda la provincia. No obstante, “las ciudades eran pequeñas, más de la mitad de los habitantes eran ‘libres de todos los colores’, la mayoría de los asentamientos eran rurales y la población vivía dispersa”.[37]

De acuerdo con la Relación de Antioquia, en 1808 Envigado todavía pertenecía  a la jurisdicción de la Villa de Medellín y fue descrita así: “Esta población [Envigado] tiene cuarenta casas de teja y tapia, una iglesia de lo mismo, y diez y seis casas de paja. Hay mil trescientas y cincuenta familias avecindadas. Doscientos y cuarenta matrimonios de esclavos y por todos esclavos son quinientos cincuenta y dos. El total de personas de todos los colores asciende a nueve mil quinientas cincuenta y una”[38]

Aunque se mostrará incipiente el entramado urbano de la parroquia de Envigado, esta población  tuvo gran número de intelectuales y personajes ilustres que se destacaron en la vida política, religiosa y cultural de la Provincia de Antioquia, sobre todo, durante el siglo XIX que lograron poner al Partido de Envigado en la esfera pública. Envigado vio nacer a José Manuel Restrepo Vélez, abogado, secretario del Dictador Juan del Corral, autor del acta de Independencia de la Provincia de Antioquia, Diputado por el Departamento de Rionegro en la Constitución de 1815 y presidente del Congreso Nacional en 1821; a José Félix de Restrepo, libertador de los esclavos, Presidente diputado en la Constitución de 1815 y  presidente del Congreso de Cúcuta; al Presbítero Alberto María de la Calle, fundador del Seminario de Envigado y vicario superintendente de la Villa de Medellín; al Presbítero José Miguel de la Calle, quien fue representante del cabildo de Rionegro en el Congreso Provincial de Antioquia después de los hechos ocurridos en 1810 en Santafé, entre muchos otros que llevaron el nombre de Envigado a las esferas nacionales.

Como se puede ver, los ilustres envigadeños estaban involucrados en la vida política, religiosa y cultural de la Villa de la Candelaria y tenían influencias en el gobierno provincial y republicano. De hecho, en 1815 la parroquia de Envigado fue el centro político de la Provincia, porque entre el 13 de junio y el 4 de julio se reunió la Convención Constituyente de la Provincia de Antioquia, donde fueron protagonistas los envigadeños Doctor Félix de Restrepo y José Manuel Restrepo, como presidente diputado por el Departamento del Nordeste y diputado del Departamento de Rionegro respectivamente.[39]

El templo parroquial fue el recinto escogido por los constituyentes para firmar la Carta Magna. “Tan pequeño, recorta aquella soleada mañana su única torre y su campana que se escucha hasta el confín de la montaña, contra un cielo nuevo, azul, limpio y transparente, con el tibio viento que viene del norte y corre libre por toda la vega del río, oloroso a selva virgen, a melaza de los trapiches, a guayabas, pomas y azucenas, en amable contraste con la amarillenta tierra de la plaza, desnuda y con pocos árboles”.[40]

De acuerdo con Sánchez y Mejía (2011) además de los constituyentes, se reunieron en el templo de Santa Gertrudis el padre José de Jesús Escobar, el Vicario Superintendente José Miguel de la Calle, el gobernador Dionisio Tejada, don Francisco Montoya, uno de los hombres más ricos de Antioquia y suegro de José Manuel Restrepo; el sabio Caldas y Felipe Restrepo Granda, quien más tarde sería el fundador de Itagüí, y muchos otros vecinos[41].

Este hecho no solo fue importante para la parroquia de Envigado, sino para la iglesia de Antioquia que mostró su compromiso con el proceso emancipador de la Provincia y la conformación del Estado Nación. La formación intelectual y retórica de la elite clerical jugó un papel muy importante es esta época, porque  el acceso al púlpito les permitió aleccionar a la población a la causa de la independencia[42].

A pesar de que los clérigos jugaron un papel importante en el proceso de Independencia y la construcción del Estado Nación, la Iglesia en Antioquia fue más bien pobre durante la primera mitad del siglo XIX. Así lo demuestran las cuentas de mayordomo de fábrica  registradas entre 1825 y 1842 que están custodiadas en el Archivo Histórico de Antioquia[43].

Para el caso específico de la Parroquia de Envigado, el promedio de ingresos percibidos en ese periodo de tiempo fue de 250 pesos y 6 reales, destacándose los ingresos por diezmos. Cabe resaltar que los diezmos provenían de la producción agropecuaria de cada localidad y que en el transcurso del siglo XIX Envigado se destacó por ser esencialmente un territorio agrícola con cultivos de plátano, maíz, yuca y caña de azúcar que abastecía el mercado local y algunos centros mineros del norte de Antioquia[44].

Estos ingresos eran invertidos en ornamentos y enseres necesarios para el culto como era la indumentaria del cura, el vino, las hostias, el cáliz, los muebles, cajones, las velas, en fin, todos los elementos que debía poseer un templo como casa de Dios para administrar los sacramentos a los feligreses.

Después de la primera mitad del siglo XIX, el templo de Santa Gertrudis empezó a demandar más espacio para albergar a los feligreses que habían aumentado, por lo cual se pensó en construir un nuevo templo.

La Santa Patrona: Santa Gertrudis La Magna

Santa Gertrudis, nació en 1256 y murió en 1302, fue una monja  alemana que desde niña mostró gran interés por las artes y por sus estudios, se desconoce su apellido por lo cual fue llamada como “la Magna o la Grande”, por su gran inteligencia. Desde los 5 años de edad entró  al monasterio benedictino de Helfta en Alemania, donde se  destacó por ser una niña despierta, estudiosa, dedicaba gran parte de su tiempo a la lectura y a las artes[45].  Este Monasterio fue una sede donde predominaba la cultura científica y la literatura, las monjas leían tanto  la Biblia como a los clásicos y las obras de los padres de la iglesia.

Santa Gertrudis se especializó en humanidades y filosofía,  se dedicó exclusivamente a sus estudios hasta cumplir sus 25 años., edad en la que empezó a escuchar la voz de Dios  y desde entonces se dedicó a la vida religiosa. Se dice que era muy generosa, misericordiosa, cuidaba de los enfermos, hacía obras de caridad, entregó su vida completamente al servicio de Dios, tanto así que vio a Jesús en todas sus etapas desde niño hasta su muerte, momentos en los que Él le enseñaba.  Por su gran amor hacia el Señor  y sus visiones que dan cuenta del amor de Jesús hacia ella fue llamada la esposa, la más amada de Cristo[46].

No existe mucha documentación sobre la vida de santa Gertrudis, es por esto que muchos datos no se pueden aseverar con exactitud.  Entre los más destacados y autorizados para escribir sobre  Gertrudis están  el jesuita Alonso de Andrade (1663) y el benedictino Juan Bautista Lardito (1720),  españoles que escribieron sobre la vida y obra de santa Gertrudis. Según los escritos de estos dos españoles, Santa Gertrudis escribió sobre sus visiones en una autobiografía, llamada Memorial de la Abundancia de la Divina Piedad. Según la tradición, este título se lo dio el mismo Cristo, quien le dijo que las personas que lo leyeran serían salvas[47].

Solo hasta después de su muerte fueron publicadas sus obras, hacia principios del siglo XVII.  En el año 1677 inscriben su nombre de manera oficial en el martirologio romano, como tal no tuvo un proceso de canonización, ya que en la Edad Media no era necesario, este acto se realizaba solo por tradición, se entiende entonces que en esta época no se veneraba a Santa Gertrudis. Durante la segunda década del siglo XVIII se dio un auge en las publicaciones de las obras e imágenes de la santa dándose a conocer aún más. Fue entonces cuando se conocieron algunos milagros en lo que se refiere a la salvación de devotos, pues a ella se le atribuían poderes para evitar todo peligro y se le reconoce como la auxiliadora de todas las almas que permanecen en el limbo del purgatorio[48].

Respecto a las imágenes de Santa Gertrudis, cada una de ellas tiene un significado que se puede comparar con la relación íntima que tenía con Cristo mismo. La imagen más representativa es la de ella vestida de negro, en una mano sostiene un báculo que aparentemente representaba el cargo de abadesa ocupado en el monasterio. En realidad es un hecho del que no se tiene documentación y se cree, se confundió con otra religiosa del mismo monasterio; y en la otra mano sostiene un corazón que dentro de él lleva la imagen del Niño Jesús, lo que da cuenta del amor incondicional y la relación íntima entre ella y el mismo Cristo, quien dijo que Él se encontraría en el corazón de Gertrudis. Existen  otras imágenes, en algunas está sosteniendo un libro, que representaría su pasión por las letras y en especial su libro Memorial de la Abundancia de la Divina Piedad.  En otras tiene en su mano siete anillos que harían alusión a las siete promesas que le hizo Jesús para los devotos que pidieran intersección de la santa[49].

Su nombre es adoptado por colegios, hospitales, pueblos, misiones, barcos e iglesias en todo el mundo.  En Colombia solo hay una iglesia con el nombre de la Santa Gertrudis, la de Envigado. Hacia 1776 se adoptó este nombre para la iglesia de la Parroquia de Envigado, no se tiene documentación de por qué se le dio este nombre, pero se cuenta a modo de leyenda que cuando se quiso bautizar la iglesia, se reunieron varias personas y en un sombrero colocaron varios papelitos con  varios nombres, entre ellos el de la Santa Gertrudis, cada vez que sacaban el papel con su nombre, como no la conocían rompían el papelito, pero enseguida volvían a sacar el mismo papelito, esto se conoce como el misterio de los papelitos y fue así como le dieron este nombre[50]. Sin embargo se conoce que desde antes de la erección de la parroquia, desde 1731, ya se evidenciaba la devoción por Santa Gertrudis dentro del Valle de Aburrá[51].

Desde su  fundación cada 16 de noviembre se celebran las fiestas en honor a la patrona Santa Gertrudis, donde se hace un desfile por todo el municipio acompañado de bandas, oraciones y cantos.  Se realizan novenarios, misas y fuegos pirotécnicos en su honor. Aunque la parroquia adoptó el nombre de Santa Gertrudis desde 1776, solo fue hasta 1882 que llegó a la parroquia la primera estatua digna de la santa, pues antes de eso las imágenes de la Patrona eran en cuadros o estatuas con poco valor artístico. El padre Mejía pidió la estatua de la santa, con aureola y báculo, a Europa y fue recibida con todos los honores por la feligresía y padre en una solemne procesión hasta el templo, recorriendo un trayecto adornado con arcos, banderolas, festones y colgaduras. Cuando llegaron con la imagen al atrio, el padre Mejía manifestó que no la entraría sin que antes no le dieron ofrendas para pagarla. En un par de horas  había recogido para pagarla[52].

En uno de sus viajes a Europa el padre Mejía trajo una reliquia de la Santa, la cual colocó en un artístico relicario en forma de custodia que fue construido en noviembre de 1900 por los orfebres Rafael y Carlos Jaramillo. Cada año la reliquia era llevada, el día patronal, al Presbiterio y era adornada con flores y luces[53]. Para las procesiones se utiliza una imagen elaborada por el maestro Misael Osorio que fue donada por don Eloy Escobar y la imagen traída en 1882 se encuentra ubicada en el Retablo del altar mayor.

El nuevo templo

La iniciativa de construir un nuevo templo en Envigado fue de cerca de ochenta vecinos, entre ellos Agapito Arango, Tirzo Escobar, talabarteros de Envigado[54]; Miguel Villa y Antonio María Escobar, los cuales harían parte de la junta de construcción del templo,  quienes el 25 de septiembre de 1859 enviaron una carta al padre de Santa Gertrudis, Juan María Upegui, “íntimamente convencidos de la necesidad que tiene este pueblo de un templo que satisfaga las exigencias de la población “. Solicitaron  que el obispo les hiciera una visita en el primer día feriado, para que invitara al vecindario a fin de que contribuyeran con las limosnas y se apuntaran a las cantarillas que ellos mismos iban a poner en beneficio de la iglesia. De acuerdo con la misiva era necesario que en Envigado se construyera un nuevo templo “debido sin duda a que en los días festivos más de la mitad de los vecinos se quedan sin asistir al santo sacrificio de la misa, porque la iglesia no ofrece el espacio suficiente para que todos puedan asistir este está produciendo y producirá más tarde funestos resultados a la religión a y la moral”. Los vecinos esperaban que el padre Upegui se pusiera al frente de la obra, según ellos, “que a aparte de meritoria que es a los ojos de Dios y del bien que producirá a los fieles hará mucho honor al eclesiástico que la corone”[55].

El obispo ordenó conformar la junta para la construcción del templo, la cual se compuso del Padre Juan María Upegui, el mayordomo de fábrica Francisco Antonio Mesa, Miguel Villa, Juan de Dios Ochoa, Antonio María y Fructuoso Escobar. Los trabajos se empezaron en noviembre de 1860, pero debieron ser suspendidos por la guerra civil.[56]

Como lo expresa Ortiz (2010), durante el siglo XIX el conflicto armado fue connatural a la vida diaria de los colombianos debido a las constantes guerras civiles, al parecer, porque una temprana polarización partidista se nutrió de un imaginario donde el opositor y el diferente se veían como enemigos[57].

Entre 1860 y1862, el Estado Federal de Antioquia presenció una guerra civil en la cual los poderes regionales liberales se enfrentaron con el gobierno central para defender la constitución federal de 1858 que le daba autonomía a los diferentes estados de la Confederación Granadina[58]. De esta manera, el gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez se enfrentó al partido liberal, apoyado por el federalismo en cabeza del general Tomás Cipriano de Mosquera.

Como se dijo antes, el principal motivo era defender la soberanía de los estados, pues los liberales lideraron la protección del proyecto de estado nacional federalista, mientras los conservadores, a excepción de Antioquia, intercedieron por el Estado centralista. Aunque  Antioquia era mayoritariamente conservadora, la federación les permitía obtener un desarrollo económico estable, le respetaba su orden político y religioso y les facilitaba una educación confesional y una organización interna casi autónoma[59].

En relación con la Iglesia, en Antioquia esta no tenía un peso económico como si lo tuvo en regiones como Santander y Cauca. Los antioqueños, en su mayoría conservadores, lograron manejar su pensamiento liberal para los negocios y la defensa de la región y la conservadora para las buenas costumbres y la religión católica. Después de la guerra, los liberales se tomaron a Antioquia hasta 1864 cuando se instauro el gobierno conservador de Pedro Justo Berrio, quien convirtió a la religión católica en elemento esencial de la cohesión social en la región.[60]

La construcción del nuevo templo de la parroquia Santa Gertrudis La Magna fue retomada por el padre encargado Simón de Jesús Herrera en 1864, después de que este intercediera ante el obispo, Domingo Antonio Riaño,  para que le diera el respectivo permiso. Además solicitó tumbar el templo viejo, porque el nuevo se construiría en el mismo terreno del anterior, por lo cual se debió construir una ramada de teja en la plaza para celebrar la santa misa los días festivos, pues entre semana servía de Capilla una sala de la casa cural[61].

En 1868, algunos vecinos de Envigado solicitaron al Obispo un párroco dinámico, un líder espiritual, para continuar con la construcción del templo. Según ellos, “Envigado, dicen, por la salubridad de su clima, belleza de sus campos, la riqueza bien distribuida entre sus habitantes, la pureza de costumbres y sobre todo la excelencia de la raza que la ocupa, a la que no le falta sino un ingenio que la empuje en el camino de la civilización” [62]. Sin duda, ese líder fue el padre Jesús María Mejía, quien llegó a Envigado a servir como cura excusador del Padre Upegui en 1869 y fue nombrado por el obispo José Ignacio Montoya como cura propio de esa parroquia el 29 de noviembre de 1880,[63] año en el que falleció el padre Upegui en Medellín.

Nacido en Sonsón el 8 de julio de 1845, el padre Mejía inició sus estudios en su tierra natal y aprendió sus lecciones de latín en Manizales con el Párroco José Joaquín Baena. En 1865 ingresa al Colegio de Jesús en Medellín donde tiene el privilegio de tener como maestro al Doctor Pedro Justo Berrío y en 1968 fue nombrado Prefecto de estudios del Seminario y ordenado sacerdote al siguiente año[64].

El padre Mejía continuó y concluyó la construcción del nuevo templo con la dirección del ingeniero francés Henry Breche, quien había llegado a  Antioquia en 1856 a explotar minas a Titiribí en compañía de otros ingenieros franceses como Adolfo y Pablo de Bedout,  Armand de Coleville, Eugene Lutz y el conde Adolfo de Bourmont[65]. Breche se quedó un tiempo trabajando en algunas obras, entre ellas el diseño y construcción del templo de Envigado y retornó luego a Francia hacia finales del siglo.

En memorial escrito por algunos de los vecinos de Envigado al obispo en 1868, se afirma que la construcción estaba bajo la dirección de un hábil extranjero y que el templo era hermoso y raro. Para Manuel Uribe Ángel, gran benefactor de la obra, el templo “es notable y de orden uniformemente toscano, el solo acaso del Estado que reúne condiciones modestas pero exactas de un buen gusto arquitectónico”[66]. En 1869, la nave central estaba techada y el obispo autorizo habilitarla para el culto. Para ese mismo año se contrató al ingeniero italiano Felipe Crosti para la construcción del atrio, para la época llamado altosano, y se encargó al exterior un diseño para el altar mayor y el púlpito[67]. Obras que más tarde serían hechas por reconocidos ebanistas y talladores de Envigado.

En 1874, el obispo de la Diócesis de Medellín, José Joaquín Isaza, visitó la Parroquia Santa Gertrudis de Envigado, cuando las obras del nuevo templo estaban muy adelantadas. Según él sería “un monumento vivo que publicará a las generaciones venideras los sentimientos de piedad y de religiosidad de la generación actual que lo emprendió y que mediante Dios lo llevará a cabo”[68]

En visita pastoral del 18 de mayo de 1881, el obispo José Ignacio Montoya expresaba con relación al nuevo templo:” Hemos tenido la más viva y completa satisfacción al ver que toda ya a su término esta magnífica obra que dará testimonio a la posteridad de la fe y desprendimiento generoso de este pueblo y será a la vez un monumento que honrará a los que lo levantaran”[69].

Con un estilo republicano con algunos toques de greco-romano  y de orden toscano, el templo de Envigado se construyó con una dimensión de 25 metros de altura en los torreones, 71 varas de largo por 33 de ancho; la longitud de las naves laterales de 54 varas por 7 de ancho cada una y la nave central 14 varas de ancho con 16 columnas de orden toscano.

Según lo describe el padre Julio Jaramillo, el templo en su exterior está compuesto por un frontis formado por un cuerpo central flanqueado por dos torreones que corresponden a las naves laterales. Como elemento distintivo está el pórtico formado por dos columnas centrales y otras dos adosadas. A los lados del pórtico se abren dos puertas principales que dan entrada a las naves laterales. Sobre el pórtico monta un entablamento formado por cornisas en las que descansa una balaustrada interrumpidas por seis pilastras. Este es el marco de una amplia terraza en la que se monta el ático central y los dos torreones, los cuales están conformados cada uno por cuatro cuerpos de forma octogonal y en orden descendente hasta rematar en un cupulín de casquetes rematado en un pináculo esférico que sirve de base a la cruz y a los lados hay dos torres que desempeñan el papel de contrafuertes. En su interior está formado por tres naves, la planta rectangular con un pequeño recinto para albergar el retablo, altar principal y presbiterio[70].

Los materiales utilizados para construir el templo fueron, especialmente, ladrillo cosido, argamasa (cal, arena y agua) y madera. Los techos fueron hechos con cañabrava y hojalata repujada traída de Europa y su construcción fue dirigida por el notable ingeniero inglés Mr. Richard Lewis Marshall. Las campanas fueron fundidas en cobre por el señor  Francisco Restrepo[71]. Para el padre Vanegas, “las torres idénticas, tan solo difieren por el sonido de las campanas. La primera, la del reloj, disciplina a los habitantes con el característico timbre muy bien definido y su preciso llamado cada cuarto de hora. La otra, la de las campanas, anuncia los acontecimientos importantes. Estas repican a fiesta y doblan a muerto. Vuelan a rebato cuando el prelado hace visita pastoral y desparraman sus quejas cuando un peregrino se dirige hacia su última morada”[72]

El reloj, de construcción americana, fue traído por el padre Mejía y solo daba las horas y las medias horas; fue reformado en el taller de don Pedro Velilla, donde lo acondicionaron para los cuartos y el padre Jesús Antonio Duque le hizo poner tres muestras más[73].  A principios del siglo XXI, el señor Fernando Herrera era el encargado de dar cuerda y mantener en perfecto estado el reloj de la iglesia. Cada tres días Herrera subía a la torre norte del templo a limpiar los engranajes con aceite y petróleo y a darle cuerda, además debía cerciorarse que las cuerdas estuvieran conectadas con las campanas, ya que , por lo general, se manejan tres cuerdas, una marca los segundos al son del péndulo, otra los cuartos y una señala las horas[74]. En el 2010, el reloj dejo de funcionar y fue necesario traer una pieza de Suiza para repararlo[75].

Según algunos datos proporcionados por el padre Julio Jaramillo, en 1882 se contrató al artista Luciano Jaramillo para la talla del Altar Mayor, sin embargo, de acuerdo con don Aníbal Arcila Estrada, la talla del altar mayor estuvo a cargo del maestro Tomás Osorio quien lo construyó, entre 1882 y 1898, todo en madera sin ningún tornillo metálico,  en compañía de los ilustres imagineros y ebanistas don Juan Muñoz H., Rosendo Muñoz, don Alejo Vieco Rublas y don Manuel Salvador Montoya Escobar (padre, este último, de Manuel Salvador y Francisco, trabajadores de don Misael, hijo mayor de don Tomás)[76]. Ellos también se encargaron del sagrario (diseñado para madera ébano por J. Zuleta), el Retablo (donde participó Álvaro Carvajal), el Expositorio, confesionarios, el púlpito y la sacristía[77].

El Altar del templo tenía y sigue teniendo una gran importancia, pues es el eje alrededor del cual gira toda su liturgia. Según López (2015) este “debe estar en el lugar sagrado del templo y elevado para poder ser contemplado, condiciones que fueron reafirmadas por el Concilio de Trento.[78] Por eso, en la visita pastoral del 9 de febrero de 1889, el obispo Monseñor Bernardo Herrera Restrepo ordenó alzar un poco más el Altar Mayor, para lo cual mandó poner dos gradas a cada lado del tabernáculo[79].

Por ser el altar mayor un elemento tan sagrado dentro del templo, el obispo también mandó a construir  la sacristía[80] al lado de la Epístola con puerta al Presbiterio[81] de manera que no hubiera  necesidad de pasar por detrás del Altar, acción que se prohibía después de construida la sacristía[82].

Al igual que el Altar Mayor, el Retablo  “es uno de los elementos que más define lo que es un templo cristiano católico, pues su finalidad es la de enseñar, por medio de las imágenes, que allí se disponen para fortalecer la fe y los principios morales. Es un recurso pedagógico y didáctico donde el arte se despliega para enseñar y conmover”. Este elemento cobró importancia después del Concilio de Trento, “para el cual era necesario que la narración se acercará más a la vida real de los fieles y la composición de las imágenes dentro de este  mostrará milagros, vidas ejemplares, para catequizar e instruir”[83].

Otro de los elementos de suma relevancia dentro de los templos católicos fue el púlpito, “mueble que se desarrolló plenamente a lo largo del siglo XVII cuya finalidad fue explicar y difundir la religión católica, permitiendo escuchar lecturas y sermones que se transmitían en voz alta impactando a los feligreses, no solo a través de la fuerza de la oratoria, sino también con la percepción de una elaborada ornamentación y una clara y directa iconografía”[84].

Desde el púlpito los sacerdotes expresaban sus opiniones políticas, económicas y sociales y se valían de ellas para instruir e informar al pueblo sobre los acontecimientos más notorios de la sociedad, situaciones que los feligreses, al salir de la misa matutina, compartían con familiares y amigos en la Plaza Principal.

Para 1895, con la visita de Monseñor Joaquín Pardo Vergara, la construcción del templo estaba finalizada, solo hacían falta algunos elementos interiores para el servicio del culto católico y se había dado comienzo a la construcción de los altares laterales que según el obispo, “además de venir y servir de adorno al bello templo que es monumento precioso de la fe y de la piedad de los hijos  de este pueblo, vendrá a servir también para el ejercicio de las funciones del culto, pues al presente no tiene la Iglesia aun el altar mayor”[85]

El 24 de febrero de 1897, a las cinco de la tarde tuvo lugar la consagración del nuevo templo donde fueron trasladadas, en solemne procesión, las sagradas reliquias de San Inocencio y Santa Liberata y depositadas en el pórtico del templo. La procesión fue presidida por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor obispo de la Diócesis doctor don Joaquín Pardo Vergara. En la noche “se cantaron Maitines y Laudes de los Mártires y se velaron por caballeros que se turnaron durante la noche, y también por escoltas de honor que para ese objeto destinó el Jefe del Batallón Junín”. Al día siguiente, el obispo, acompañado del Clero, consagró el templo y el Altar y los dedicó a la Patrona de la parroquia Santa Gertrudis la Magna, se hizo procesión con el Santísimo Sacramento, se bendijo con su Majestad desde el Atrio del Templo al Ejército y al Pueblo, hubo solemne Salve y fuegos artificiales[86].

Por ser un acto tan solemne e importante para la comunidad de Envigado, asistieron a esta consagración significativas personalidades como el Gobernador de Antioquia, Doctor Bonifacio Vélez; el Jefe Militar, General Benigno Gutiérrez; el comandante de la Gendarmería, Coronel Luis M. González; el Jefe del Batallón Junín, Coronel Benjamín Silva; el General Marceliano Vélez, el doctor Uribe Ángel, don Alonso Ángel, 26 sacerdotes, 5 seminaristas, el Batallón Junín y la gendarmería del Departamento con sus jefes y oficiales.

Antes de la consagración como templo católico en el siglo XIX, Santa Gertrudis se consolido como un referente arquitectónico de Envigado y empezó a ser testigo del crecimiento de la población y el entramado urbano de la ciudad, situación que con el tiempo hizo que fuera necesaria la construcción de nuevos templos dentro del territorio. El primer caso se dio en 1896 cuando el padre Jesús María Mejía puso la primera piedra para la construcción de la Capilla de Sabaneta, por lo que se le considera como su fundador. Desde 1858 se había originado allí un caserío con un servicio religioso ofrecido desde la Parroquia Santa Gertrudis y en 1890 se constituyó la junta para la construcción de la Capilla. En 1899, el Concejo de Envigado elevo a corregimiento a Sabaneta, atendiendo al código de régimen municipal de 1888[87]. Los servicios religiosos fueron ofrecidos por el cura y coadjutor de Envigado hasta 1930 cuando el obispo nombró como capellán al Presbítero Ramón Arcila. Más tarde, en 1943, el Arzobispo de Medellín, Joaquín García Benítez, erigió, por medio del Decreto 83, la Parroquia Santa Ana de Sabaneta[88]. Sabaneta fue declarado municipio por ordenanza 7 del 30 de noviembre de 1967, después de un movimiento social y largos debates en la Asamblea Departamental, gracias a un proceso “independentista” encabezado, desde 1958, por el señor Luis Arcila, miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas, quien alegaba que el Alcalde, Guillermo Ángel, estaba obstaculizando el progreso del corregimiento, principalmente porque tenía descuidada la carretera y los barrios y no hacía  nada para mejorarlo[89].

El segundo caso tuvo lugar en los años cuarenta cuando el templo de Santa Gertrudis se veía pequeño para albergar a la alta feligresía, sobre todo en los días de fiestas patronales y semana santa y se creó la necesidad de construir un nuevo templo en el municipio: La Parroquia San José. A pesar de que el desarrollo urbano de Envigado fue algo lento hasta finales del siglo XIX, en el siglo XX tuvo un crecimiento acelerado gracias a la llegada del ferrocarril en 1911 y al establecimiento de diferentes industrias que se empezaron a asentar en el territorio desde comienzos de siglo.

La primera industria  en tomar como residencia a Envigado fue la Fábrica de Textiles Rosellón, establecida por la casa comercial Heliodoro Medina y Cía. en 1912. La fábrica tuvo su domicilio en el paraje Rosellón, propiedad de Heliodoro Medina, la cual estaba cerca a la Quebrada la Ayurá,  que con la caída del agua producia la energía indispensable para mover las ruedas de Pelton en la industria textil[90].

Esta fábrica se convirtió en polo de desarrollo del sector oriental del municipio y gracias a ella el aumento de población  fue creciente, porque motivó la llegada de nuevos habitantes, especialmente obreros. De acuerdo con Restrepo (2017),“la empresa representó el puntal de la tecnología, de sus sistemas de producción,  de sus formas de organización social, de su paternalismo obrero, del impulso en el crecimiento urbano. A su vez propicio con la Iglesia y su doctrina social, una serie de cambios culturales en la clase obrera, creando una mentalidad cristiana que propiciara un mejor clima de trabajo y control social”[91].

Dentro de las demás industrias que aparecieron en el siglo XX están Reysol (1912), la fábrica de calzado La Bota del Día (1915), Calzado Grulla (1929), Peldar (1939), con la cual empezó la industria de la cristalería  en Envigado. Posteriormente, fueron fundadas las empresas Pavezgo (1946) y Milán.

Como se dijo antes, en los años cuarenta el templo de Santa Gertrudis La Magna se estaba quedando pequeño para albergar a la multitud de feligreses que acudían entusiastas a las celebraciones litúrgicas, especialmente los días patronales y feriados. Para el padre Duque, el aumento de la población de la ciudad era notorio y por eso pensó en la idea de ensanchar el templo principal, tema que no fue bien acogido por la mayoría de vecinos, ya que según ellos, sería arruinarlo por completo y su costo se elevaría casi a la suma con la que se podría construir uno nuevo[92].

Varios vecinos de Envigado, entre ellos, el alcalde Antonio Foronda y empresarios de Rosellón, Grulla, ReySol, La Bota del Día y Talleres de don Jorge Álvarez entre muchas otras personalidades, enviaron un memorial al padre Duque en noviembre de 1945 para que intercediera ante el obispo por la licencia para la construcción de un nuevo templo[93].

La Junta de la Iglesia Santa Gertrudis envió a la Arquidiócesis de Medellín la solicitud de los habitantes el 20 de mayo de 1947 junto con una resolución donde se expresaba la necesidad de construir un nuevo templo y manifestaba que este sería construido en un terreno cerca de la fábrica Rosellón, la cual tenía alrededor de tres mil trabajadores y con tendencia a seguir aumentando, además se solicitaba el aval para poner por nombre y patrono a San José, por ser este abogado de los obreros y nombrar como miembros de la junta pro-construcción a los señores Dr. Francisco Restrepo Molina y Don Julio Uribe, a los señores Aquilino Saldarriaga, Nemesio Álvarez y Pastor Garcés. El obispo dio la licencia el 29 de mayo de ese mismo año, aceptando todo lo dispuesto por la junta de la iglesia[94]. De esta manera la Parroquia San José se empezó a construir en 1948, fue erigida canónicamente en 1955 y terminada totalmente en 1960.

Seguidamente se crearon en el municipio nuevas parroquias como San Marcos, San Mateo y San Rafael en 1961, Santa Bárbara de la Ayurá en 1975, Santiago Apóstol en 1986, El Portal de Jesús en 1987, La Niña María en 1990, Santa María Nazaret, La Purisima Concepción, La Santa Cruz de Alcalá y Santa María Reina de la Paz en 1996[95]. Todo como consecuencia del crecimiento de la población y la ampliación del perímetro urbano de la ciudad.

Estas parroquias hacen parte de la Vicaría Episcopal del Sur, división administrativa de la Arquidiócesis de Medellín, administrada por la Parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado según Decreto 29G de 2011. A esta Vicaría pertenecen también las parroquias del Poblado de Medellín, de Itagüí, Sabaneta, La Estrella y el corregimiento de San Antonio de Prado.

De esta manera, desde el 2011, el cura de la parroquia Santa Gertrudis la Magna de Envigado hace las veces de vicario episcopal de la Vicaría del Sur, es decir, de una porción de territorio de la Diócesis de Medellín, donde su función principal es informar al obispo diocesano sobre los asuntos más importantes que tengan lugar en su jurisdicción[96].

Remodelaciones y restauraciones del templo

Desde que se construyó, el nuevo templo ha tenido tres intervenciones importantes en su interior y exterior. La primera fue durante el Curato del padre Marcelino Ochoa Ochoa (1926-1936), quien dirigió la remodelación del techo de la iglesia. En visita pastoral de 1929, el obispo Monseñor Manuel José Caycedo expresaba: “Hemos tenido la satisfacción de ver lo adelante que lleva el señor cura la necesaria e importante reforma de la iglesia, ya tiene dos naves laterales techadas con madera de comino, pues la antigua madera estaba en malísimo estado y amenazaba ruina. Presentan magnifico aspecto y una vez terminadas y decoradas le darán esplendor al hermoso templo de esta parroquia” Así mismo, animó al señor cura para continuar con el cambio de techo de las naves laterales con la ayuda de los feligreses, quienes estaban colaborando con sus limosnas, quienes, según él, “se distinguen por el esfuerzo que hacen para cooperar a todo lo que se refiere al esplendor del culto o al decoro de su santa casa”[97]

Dentro de las reformas que se realizaron en esa época esta la construcción,  en el costado derecho de la iglesia, de la Capilla a Jesús Sacramentado. En comunicación del 20 de septiembre de 1923, el padre Ochoa solicitó al arzobispo la licencia para construir una Capilla, motivado por la donación de doña Irene Montoya de Ramírez y porque su construcción traería las siguientes ventajas: “las personas de edad sufren mucho para comulgar por las gradas que son bastantes y el comulgatorio de la Capilla quedará al nivel de la Iglesia; como hay que dar comunión con mucha frecuencia es necesario interrumpir y distraer a los sacerdotes que están diciendo misa o demorar mucho la comunión lo cual trae mucho perjuicio  a las gentes sobre todo a las obreras; quedaría más cómodo y litúrgico para Monumento el Jueves Santo; y Nuestro Amo Sacramentado quedaría con más respeto y más fácil para mantener el ornato del altar”[98].

La construcción de la capilla estuvo a cargo del maestro Jesús María Vélez (conocido como don Suso Vélez) en terrenos donados por las señoritas Justiniana y Felisa Ochoa. El Altar de mármol fue una donación de la señora doña Josefina Correal. Fue inaugurada con una misa celebrada por Monseñor Manuel José Caycedo en su visita pastoral quien en acta dejó expresado: “tuvimos el gusto de celebrar en ella el santo sacrificio de la misa para inaugurarla; quedó muy hermosa y tanto su forma como su decoración es una verdadera obra de arte religioso, contribuirá en gran manera a darle más espacio a la iglesia y a presentarla como un templo de gran majestad y lo más digno que se pueda para morada del Señor”.[99] De acuerdo con el padre Vanegas, “la capilla del santísimo es el sitio más frecuentado del templo en horas en que no hay celebraciones. Los envigadeños charlan con Jesús. Allí depositan sus quejas y problemas. Acuden tristes y afligidos y retornan visiblemente consolados”[100]

La remodelación del templo fue posible gracias a las limosnas de los feligreses, en especial a las donaciones de don Luis María Toro y al trabajo realizado por el señor Coadjutor  quien recogía flores y frutas  para vender en un local, al lado del templo, que estaba a su cuidado y en el cual se hacían bordados y otras costuras que fueron bendecidas por el obispo para tener mejores frutos[101].  Una pequeña intervención se hizo en 1956 cuando el obispo aprobó la ejecución de los zócalos en granito pulido para la Iglesia y otra en el tiempo del padre Pablo Villegas (1957-1973), quien reforzó en hierro y concreto las “preciosas y evocadas” torres del templo y el Coro que estaba hecho en madera. Además, remodeló varios altares y colocó artísticos vitrales.[102]

La segunda intervención se realizó entre 1988 y 1989 cuando el padre Eugenio Villegas Giraldo emprendió una serie de reformas para recuperar los elementos deteriorados por el tiempo y organizar los detalles y ornamentos de acuerdo a los últimos preceptos de la liturgia presentados en el Concilio Vaticano II.  El Concilio fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por el Papa Paulo VI en 1965, el cual proporcionó una apertura dialogante con el mundo moderno, con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemáticas actuales y antiguas. Sus objetivos principales fueron promover el desarrollo de la fe católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles y adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo[103].

En mayo de 1988 el sagrario fue incorporado al estilo artístico del retablo en su propio altar, logrando así solucionar uno de los inconvenientes presentados en el Concilio, que era que el sagrario no encontraba la liturgia ni a los sacerdotes, porque no había lugar para ponerlo. Siguiendo los preceptos de la nueva liturgia, se hizo más funcional el presbiterio, porque se situaron en mejor lugar la mesa sacrificial, el ambón[104] y la pila bautismal. Además, el piso del presbiterio se cubrió en tapiz encarnado, ya que el de mármol estaba muy deteriorado.

Una de las reformas más importantes emprendidas por el padre Villegas fue la restauración del piso de la iglesia. El cambio del piso del templo se había pensado desde el Curato del padre Duque, pero en consulta con la Junta de Arquitectura y Ate Sagrado arquidiocesano se decidió que la obra no se podía llevar a cabo por el tipo de material con que debía ser restaurado, porque el piso de la iglesia era de porcelana de un auténtico valor tanto estético como físico y no era conveniente un cambio total, sino una reparación de las partes dañadas[105]. En agosto de 1988, fue aprobado, por parte de los feligreses, el cambió de piso, ya que se encontró el mismo tipo de baldosa y los mismos colores del piso de la Catedral Metropolitana de Medellín.

En octubre de ese año empezaron los trabajos de restauración del piso con la ayuda de los fieles que con gusto pagaron el costo de uno o varios metros cuadrados, además, el Concejo Municipal auxilio la obra con cinco millones de pesos[106]. Dicho cambió también demandó la reforma de los Altares Laterales, los cuales se convirtieron en dos bellos retablos de orden jónico en material de la época, ladrillo, argamasa y madera. De acuerdo con el padre Villegas, “lucen como complemento obligado y marcos de los bellos grupos escultóricos del Calvario y Resucitado”[107] También se hizo necesario la restauración en los zócalos, pedestales de las columnas toscanas y el frontis (fachada) muy averiado y deteriorado en sus elementos ornamentales como balaustrada, cornisas y molduras.

La parroquia Santa Gertrudis la Magna tiene un peso histórico innegable en Envigado, porque alrededor de ella creció este municipio, como sucedió en la mayoría de poblaciones antioqueñas con otros templos católicos. Por esa razón y su riqueza arquitectónica y artística, el Concejo Municipal la declaró en bien patrimonial de valor histórico-arquitectónico del Municipio en el primer Plan de Ordenamiento Territorial (POT), aprobado por esa Corporación según el Acuerdo 015 de 2000.

Dicha declaración fue paralela a la tercera y más relevante restauración que ha sufrido la parroquia Santa Gertrudis la Magna. En enero del año 2000, el padre Nelson Sierra Pérez y los demás sacerdotes proyectaron la restauración del interior del templo para recuperar su belleza original, para lo cual el municipio se vinculó costeando un estudio con un grupo de arquitectos restauradores. El estudio comprendió una visión histórica de las etapas ornamentales que había tenido el templo de la parroquia.[108]

Durante seis meses el arquitecto Javier Mario Franco Ossa y sus colaboradores adelantaron la investigación en la que se descubrió que la parroquia había pasado por una serie de trabajos pictóricos desde la década de los años treinta, por lo cual el padre Sierra determinó que era necesario acudir a una labor de restauración que rescatara el colorido original, así como su valor histórico[109].

De acuerdo con la información consignada en el proyecto de restauración, “el templo de Santa Gertrudis es de planta rectangular, posee tres naves separadas por dos hileras de  columnas cilíndricas, presbiterio, coro, y sacristía. La nave central remata en el altar mayor y las laterales en altares menores. Los muros son de tierra pisada y ladrillo macizo recubierto con tierra y boñiga encalada. El muro de fachada es de calicanto y el piso de baldosín y la cubierta de madera construida a dos aguas en teja de barro”[110]

La propuesta de restauración respondió a razones de tipo histórico, estético y simbólico determinadas después de la investigación de las formas y los diferentes estadios de color del templo y su decoración. De acuerdo con el arquitecto restaurador “el color forma parte de la creación arquitectónica y se considera como uno de los valores que deben ser transmitidos a las generaciones futuras”[111] Con el paso del tiempo el templo de la parroquia se había visto afectado por la suciedad por hollín que revirtió en la alteración de matices, luminosidad y saturación; y la abrasión general de los acabados con laminilla dorada  y el desprendimiento de las capas pictóricas por mal manejo de químicos y detergentes ocasionaron el deterioro.[112]

El padre Nelson Sierra, director de la obra, expresaba en una entrevista con el periódico la Piedra de la Ayurá que el templo se debía restaurar “para que no se destruya, para darle gloria a Dios y para pensar que las personas también necesitan una restauración. Una restauración espiritual, es decir la fe, el encuentro con Dios, después sigue la muerte”.[113]

En diciembre de 2001, la Sociedad de Mejoras Públicas, en cabeza de su presidente don Delio Valencia Ríos, condecoró a Monseñor Sierra con la orden al mérito cívico José Félix de Restrepo por la restauración arquitectónica de la iglesia de Santa Gertrudis. Rescataron la labor del padre por conservar el patrimonio cultural de uno de los mayores símbolos arquitectónicos, religiosos y culturales de Envigado, el templo de Santa Gertrudis la Magna[114].

El trabajo realizado en el interior también motivó al padre Sierra a solicitar un estudio del frontis del templo, en el cual se determinó que debía ser intervenido, porque estaba afectado por la humedad y la contaminación atmosférica. Después de un debate sobre cómo debía quedar el frente del templo y atendiendo a los registros históricos sobre el color se decidió que debía ser de color hueso. En el 2003 comenzaron las obras de la fachada en el sacerdocio del padre Sierra y fue finalizada por el padre Felipe Pérez Peláez en 2006. El proceso de restauración llevo a “desnudar” totalmente las dos torres, porque hubo que cambiar varias piezas de ladrillo y conseguirlos en otras construcciones que quedaban de la época, en demoliciones del barrio Prado Centro de Medellín  y el barrio Mesa de Envigado.[115] Como la idea era conservar la belleza y esplendor original del templo, los trabajos se demoraron, porque la pintura era calicanto y cada capa se demoraba mes y medio de procesos. En total se pusieron siete capas que dotaron de dureza y calidez la fachada.

En la restauración de la iglesia se invirtieron mil setecientos millones de pesos, los cuales fueron financiados por la feligresía, la Alcaldía, El concejo y la industria mediante rifas y eventos. Desde la prensa se convocaba al comercio, la industria y la comunidad para que con sus aportes se lograra la recuperación artística del templo[116]. En el templo se puso una alcancía para que las personas que no tenían grandes recursos económicos y mensualmente, de acuerdo con el padre Sierra, se recogía una cantidad de 500 mil a 700 mil pesos, además, recogieron recursos del Altar de San Isidro, cabalgatas y el evento Serenata Envigadeña. Según expresaba Monseñor Pérez en el 2006, “este es un hecho que reivindica el templo como el símbolo más querido de sus habitantes, es para que se sientan orgullosos de su iglesia”[117]

La paciencia y colaboración de la comunidad en el proceso de restauración arquitectónica del templo mostraron el aprecio y valoración que la sociedad envigadeña siente hacia él. El templo es un símbolo artístico, religioso y cultural que ha visto crecer al municipio, a su alrededor se han presentado los acontecimientos económicos, sociales, religiosos y culturales que le han dado identidad a los habitantes y por tanto es un referente  de la ciudad.

El parque principal de Envigado

Con la plaza principal como marco, el templo de Envigado ha sido el icono de la Ciudad. Cuando se empezó a construir el nuevo templo, la plaza principal se llamaba Santa Gertrudis. El reducido entramado urbano se componía de unas pocas manzanas perfectamente trazadas cruzadas por las familiares calles de  Guanteros, el Palo, el Algarrobo, el Carretero, el Camellón, y del Sacatín. La plaza estaba casi desnuda, pues las ceibas se sembraron en 1885 por orden del general Tomás Rengifo,  quien fue  presidente encargado del Estado Soberano de Antioquia entre 1878 y 1880. Era una plaza amplia sin construcciones ostentosas, solo dos o tres casas tenían balcón[118], pero aun así, era un lugar de sociabilidad religiosa, actividad económica, política y de esparcimiento. El parque fue rebautizado a principio del siglo XX con el nombre de Marceliano Vélez, en honor al militar y político envigadeño que se desempeñó como Presidente del Estado Federal de Antioquia (1862),  Presidente del Estado Soberano de Antioquia (1885-1886) y Gobernador del Departamento de Antioquia (1900 y 1901-1902).

En 1885, el historiador Manuel Uribe Ángel describía a Envigado con una población material bien arreglada con “sus edificios, aunque de modesta apariencia, son cómodos y aseados. El lugar es rico en agua potable, y sus paseos amenos y risueños. Tiene una hermosa plaza con una fuente pública en el centro, y algunos árboles para darle sombra; un notable templo católico de orden uniformemente toscano” [119].

La administración municipal se esmeró desde muy temprano por mantener en buen estado tanto el parque de la ciudad como el exterior del templo que era la carta de presentación del municipio. Muestra de ello fue que en 1922, el concejo aprobó 26 pesos oro para el pago de cinco nuevas instalaciones para el atrio de la iglesia  y el servicio de luz de estas[120] y en  1923 autorizó la suma de 80$ para auxiliar la obra del atrio de la Iglesia[121]

Al igual que el parque, el atrio de la iglesia era y sigue siendo un lugar de encuentro, de sociabilidad y en la Parroquia de Envigado el uno y el otro han estado relacionados muy estrechamente, ya que las remodelaciones que se le han realizado a la plaza principal han afectado el diseño del atrio parroquial.

Cuando se construyó el nuevo templo, el atrio tenía un diseño “altozano”, es decir era una plazoleta, más alta que la plaza y cercada con balaustrada, pero en 1941, la parroquia Santa Gertrudis, después de consultar con el Arzobispo de Medellín, Tiberio Salazar y Herrera,  acepta ceder una parte del atrio al Municipio para la ampliación de la plaza pública y dar mayores facilidades para el tránsito[122]. Estas reformas del atrio, que estuvieron a cargo del ingeniero Dr. Eugenio Quintero, hicieron que la iglesia perdiera un trozo de terreno y que se desaparecieran las balaustradas y por tanto el diseño original.

Para mitad del siglo XX, el padre Vanegas describía el parque de Envigado así: “Custodiado por ceibas y esbeltas palmeras, la estatua, de cuerpo entero en bronce, del padre Jesús María Mejía, párroco durante cuarenta y nueve años, mira al frontis de la Iglesia. A los lados los bustos de los ilustres hijos del terruño, Marcelino Vélez y Manuel Uribe Ángel. La hermosa pila a la mitad del parque, además de mantener fresco el ambiente, da de beber a las palomas que tienen sus nidos en las ceibas. Los almendros, que prácticamente justifican el salario del barrendero, por su tamaño parecen nietos de las ceibas; pero al igual que ellas, dan sombra a quienes desean pasar la tarde olvidando el trajín rutinario de sus actividades normales. En las bancas de  granito que rodea la pila, ocian los niños y los ancianos. En fines de semana se cumplen citas, se cierran negocios o simplemente se comunican y comentan los hechos del pueblo”[123]

El monumento del padre Mejía se inauguró el 8 de julio de 1945, gracias a los donativos de los envigadeños, en medio del evento de conmemoración del centenario del natalicio del reverendo cura. La idea inicial de honrar la memoria del padre Mejía con una escultura fue de la Sociedad de Mejoras Públicas quien quiso enaltecer la memoria del padre Mejía. Para la construcción de la estatua se nombró la “Junta Pro centenario del Padre Mejía”, la cual estaba integrada por el señor cura Antonio Duque, Don Julio Uribe y Don Pedro Nel Escobar, miembros de la junta de la Iglesia; Don Francisco Montoya, Concejal del Municipio y representante del Corregimiento de Sabaneta; Don Domingo Aristizabal, miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas y, como representación del pueblo, estaban los señores Dr. Francisco Restrepo, Dr. Domingo Vélez, Don Esteban Vásquez, Don Rubén Uribe y Don Sacramento Garcés[124].

Estos distinguidos personajes y la comunidad envigadeña se esmeraron por honrar la memoria del padre Jesús María Mejía, ya que durante su sacerdocio (1869-1918), Envigado tuvo un progreso material, social y cultural muy notable, pues construyó el nuevo templo de Santa Gertrudis, fundó el Colegio de Jesús junto con otros progresistas envigadeños, estableció el colegio de las hermanas de la Presentación, fundó el Hospital de Caridad, ayudó a la fundación de la planta eléctrica y dirigió muchas vocaciones religiosas[125].

En 1970, con la remodelación del parque principal, las estatuas que habían en el parque, entre ellas la del padre Mejía, fueron trasladadas a la casa de la cultura mientras se realizaban las reformas. Las reformas comprendieron la construcción de una marquesina a lo largo del andén de las heladerías, una fuente luminosa al costado sur y bases de concreto para la conservación de los árboles[126].

El monumento del padre Mejía, de acuerdo con don Fernando Rojas, fue trasladado a un costado del atrio de la iglesia Santa Gertrudis entre 1985-1989 cuando la administración municipal cerró la vía del frente del atrio para tránsito de carros.

La remodelación más reciente del parque fue entre 2015 y 2016 cuando, según la administración municipal, el parque pedía a gritos una intervención general. Su reforma estaba justificada en que estaba presentando problemas de seguridad, sitios oscuros y con escasa visibilidad, consumo de drogas,  licores y ventas ambulantes desorganizadas[127].

En dicha remodelación se cambiaron los pisos de granito y adobe del parque y las heladerías por otros de mayor durabilidad, se recuperaron jardineras y espacios para el peatón, se plantaron nuevos árboles, se reconstruyó el CAI de policía y se instaló un circuito cerrado de televisión[128].

Imaginería religiosa y celebración de la Semana Santa

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la Provincia de Antioquia recibió varias mercancías, entre ellas imágenes religiosas, como consecuencia de la circulación de productos que se estaba dando por el auge minero y desarrollo agrícola que vivía la provincia. Los eclesiásticos fueron las personas que más demandaron las imágenes religiosas, ya que estas eran una herramienta importante para la enseñanza espiritual de los fieles y la propagación de la fe[129].

Desde el Concilio de Trento se había declarado que era deber conservar, principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de Dios, y de otros santos y que se les debía dar honor y veneración. Así mismo, se instó a los obispos a enseñar a los fieles sobre la fe por medio de historias de redención, expresadas en las pinturas; y a recordar los dones y beneficios que  Cristo les había dado, por medio de los ejemplos de los santos.[130]

Los objetos utilizados para los elementos religiosos se componían de materiales como madera, oro, plata, cobre, óleo y lienzo, con los que se elaboraban imágenes en bulto, pinturas, retablos, relicarios, cristos, esculturas e imágenes para vestir[131]. Desde la construcción del primer templo de la Parroquia Santa Gertrudis el padre Cristóbal Restrepo debió dotarlo de las imágenes y ornamentos necesarios para el culto religioso.

En el primer inventario de la parroquia fechado en 1792, la iglesia de Envigado tenía algunos cristos y ornamentos, principalmente de plata, como eran: dos candeleros de plata, cuatro de metal, una lámpara de plata, dos incensarios de plata, una imagen de la Patrona Santa Gertrudis, un crucifijo, un San Juan Bautista, un San José, una Virgen de los Dolores, una Santa Rita, un San Juan Evangelista, Nuestra Señora del Carmen, dos de Santa Bárbara, una de la pobreza, dos de San Joaquín, una de San Antonio, una de San Blas, un Cristo de bulto, una cabeza y manos de Santa María Magdalena y dos cabezas, pies y manos de los Ángeles.[132]

Para 1937, la parroquia ya había adquirido algunas imágenes y elementos para celebrar la semana santa como eran ocho andas[133] de madera, un sepulcro con su tapa y almohada, dos cruces altas, una de madera negra y otra colorada; una de Jesús Nazareno de bulto; un crucifijo grande; una María Magdalena en bulto; un San Rafael en bulto; además se tenían catorce cruces ubicadas en las paredes representando las estaciones de la pasión del Señor Jesucristo[134].

En inventario elaborado por el Padre José Joaquín de Escobar entre 1858 y1862 se encuentra una custodia, una Santa Gertrudis en su marco, otra chica de retablo, un lienzo de la Concepción en marco y otra de bulto chica; cinco crucifijos chicos de altar, una Dolorosa de bulto con corona de plata; dos vírgenes con su marco y una de Belén sin él; la imagen del Carmen con su marco y remate sobredorado, la imagen de la Salud y la de Guadalupe[135].

De acuerdo con Mejía y Sánchez (2011), el arte religioso europeo  de la Edad Media llegó a América con una amarga piedad despojada de humanismo. La imaginería religiosa en la Colonia fue fiel reflejo de aquella atormentada atmosfera y por eso llegaron desgarrados crucifijos  y dolorosas.[136] Las imágenes religiosas de la Parroquia de Envigado representaron esa Edad Media deshumanizada hasta finales del siglo XIX, cuando floreció el renacimiento con la llegada del padre Jesús María Mejía, no solo por la construcción del nuevo templo, sino por la llegada de imágenes religiosas de gran valor artístico y estético. El padre Mejía dotó a la parroquia de imágenes dignas de admirar, las cuales encargó o trajo de sus viajes a Europa.

Entre las imágenes traídas de Europa en tiempos del padre Mejía está el señor Resucitado con sus dos Ángeles, el cual proviene del Taller de Escultura Vervout en París, fue donado por el señor Ciriaco Ramírez en 1873, quien encomendó al señor Julián Escobar para traerlo y se estrenó en la procesión de 1878; el Señor del Triunfo, admirado por su belleza fue donado por don Zoilo Ruiz;  el Señor Atado a la Columna, tallado en Barcelona fue donado por Valeriano Ramírez alrededor de 1862;  el Santo Cristo y su cruz, fue traída en 1892 desde Barcelona y fue donado por doña Gertrudis Ochoa, cuñada de don Miguel Villa; Jesús Nazareno, traído de Barcelona alrededor de 1874 y donado por doña María Jesús Botero Villegas; el Señor del Huerto, se encuentra en el inventario de 1874 y fue donado por don Agapito Arango; El Señor de la Sentencia regalado por don Sacramento Giraldo; Imagen de la Inmaculada, regalada por don Cesáreo Vásquez; Nuestra Señora de las Mercedes, donada por don Rafael Garcés; Virgen de la Magdalena, donada por Antonio Martínez; Nuestra Señora de los Dolores, traída de Barcelona en 1892 fue donada por doña María Uribe de Duque, tía del doctor Uribe Ángel; San Juan;  San Pedro, se encuentra desde 1878 y Santa Gertrudis, con aureola o báculo, fue adquirida con donaciones de todos los fieles en un bello y simpático acto[137].

En la Parroquia también hay otras imágenes adquiridas a finales del siglo XIX de diferentes artistas como son el Señor de la Piedra, traído de Quito (inventario de 1874) y comprado con las limosnas de los fieles; El Señor de la Tercera Caída que fue fabricado por don Jesús Agudelo, fue donado por la señora Julia Uribe de Jaramillo y se encuentra en el inventario de 1923; y Soldado Romano IV, traído a mediados del siglo XX, es de talla envigadeña de don Josué Giraldo[138].

Con las imágenes religiosas traídas de Europa, Envigado se convirtió en un centro de arte y escuela escultórica de imaginería religiosa referente para el país, porque el Padre Mejía invitó a varios talladores e imagineros para que instalaran sus talleres en la ciudad, además, les permitió hacer copias de las imágenes traídas del viejo continente.

Uno de los primeros imagineros invitados por el padre Mejía para instalar su taller en Envigado fue don Tomás María Osorio Arias, quien había nacido en La Ceja y vivido en Gómez Plata, Carolina del Príncipe y Amalfi. Abrió su taller cerca de la parroquia Santa Gertrudis en 1885. Sus hijos Misael, Pedro y Jesús heredaron su vena artística y se convirtieron en reconocidos imagineros de Envigado dirigiendo el taller después de la muerte de su padre. Posteriormente, en 1888, se instaló don Álvaro Carvajal, tallador quien había participado como artista en las obras del nuevo templo como las del retablo y los confesionarios. Junto con sus hijos Rómulo y Constantino produjo en su taller, entre otras obras, al Barrabas que se usa en la Semana Santa de Santa Gertrudis, además fue la persona encargada de hacerle el cuerpo al San Juan de origen europeo[139].

Las obras de los imagineros de Envigado se dieron a conocer en otros municipios de Antioquia, gracias a la exportación de obras que se hicieron a varios de ellos. Don Tomás Osorio elaboró el Buen Pastor o Señor del Triunfo para Amaga y la mula para Ramos, así como los doce Apóstoles de esqueletos y otros de bulto como San Isidro, San Leandro, San Alfonso, San Fernando, San Blas y la Inmaculada. También elaboro para la Iglesia de Carolina del Príncipe la imagen en bulto de San Gabriel Arcángel. Además, reprodujo magníficamente el Resucitado, que había venido de Europa, para la iglesia de Copacabana y elaboró otros para Rionegro, la Ceja, Santa Rosa de Osos, Santa Bárbara, San Luis, Pacora y San Antonio de Prado entre otros municipios del país[140].

La “industria imaginera envigadeña” se fue fortaleciendo al entrar el siglo XX con los escultores y talladores oriundos del mismo pueblo y descendientes de los más destacados artistas imagineros de finales del siglo XIX. Fue el caso de Don Francisco Eladio Rojas, hijo del tallador de cristos Don Andrés Rojas. Don Francisco nació en el barrio la Mina de Envigado en 1881, se dedicó a tallar cristos que proliferan en toda la región. En la parroquia Santa Gertrudis se encuentran varios de gran valor artístico como un cristo de tamaño medio que posee una bella cruz y está ubicado en la Sacristía principal[141].

Don Misael Osorio, hijo de don Tomas Osorio, abrió su taller en 1907. Su labor de escultor la realizo al mismo tiempo que se desempeñaba como concejal, miembro de la Junta de la iglesia Santa Gertrudis, la Sociedad de Mejoras Públicas y otras actividades como el periodismo[142]. Dentro de las imágenes talladas por él para la parroquia de Envigado están el Sagrado Corazón de Jesús (1907), San Felipe (1925), Virgen del Carmen (1926), San Antonio, Santiago el menor (1925), San Mateo (1926), Judas Iscariote, San Bartolomé (1926), San Judas Tadeo (1926), Santiago el mayor (1926), Simón Cananeo, San Andrés, Santo Tomás, San Juan, Soldado Romano I, Soldado Romano II y soldado Romano III, Santa Gertrudis para la procesión, que fue donada por don Eloy Escobar[143]. También fue un buen ebanista, entre su trabajo más destacado esta los retablos en madera de los altares en los templos de Anzá, Briceño, Caldas, San Jerónimo, San Pedro y Sopetrán[144].

Las diversas imágenes religiosas fueron conformando y fortaleciendo los Pasos de la Semana Santa. Los “Pasos” se refieren a las escenas que se hacen con imágenes de los santos y pretenden recrear los momentos históricos de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Por ejemplo, con el grupo del Resucitado, conformado por las imágenes del Resucitado sus dos Ángeles custodios y el Sepulcro se componen tres pasos de Semana Santa: El Sepulcro para la procesión del viernes santo en la noche; el Resucitado con los dos Ángeles, para la procesión de Resurrección; y Las mujeres del Sepulcro en la procesión del domingo de resurrección que está compuesto por el Sepulcro despojado de su cubierta y tres Marías[145].

En 1973, el padre Pablo Villegas López, “con la ayuda de grupos de jóvenes y caballeros adquirió dos hermosos Pasos  que hacen tan piadosa y bella nuestra semana santa”. De acuerdo con Gómez (2015), algunos Pasos fueron diseñados por  el Padre Julio C. Jaramillo, quien se destacaba por su destreza artística y fue él junto con el padre Villegas el que incorporó la imaginería de Pablo Estrada en la Parroquia.

Pablo Estrada era un notable escultor e imaginero con estudios académicos de Envigado. Para la parroquia de Santa Gertrudis elaboró los pasos de Semana Santa del Viacrucis, entre ellos: el señor de la Sentencia (1973), el Simón de Cirene y sus dos hijos, Jesús Carga la Cruz, el encuentro con María, dos Caídas y Jesús clavado en la Cruz. Además vació en bronce la imagen del Resucitado de seis metros que está en la cripta central del cementerio de Envigado[146].

La calidad, valor estético y religioso de las imágenes de la parroquia de Envigado hicieron que la Semana Santa fuera venerada  y apreciada por muchas personas, incluso dio origen a un destacado turismo religioso. La Semana Santa era una de las épocas más esperadas del año, pues permitía el sano esparcimiento entorno a los eventos religiosos. De acuerdo con el padre Vanegas, el sábado anterior a la procesión de Ramos, todas las familias estaban en los almacenes escogiendo el vestuario que iban a estrenar en el primer día de la semana mayor. El día domingo, los feligreses asistían masivamente a la santa misa y después salían a compartir crispetas, paletas o conos de La Fuente, así como cerveza y refrescos[147].

Las imágenes de las procesiones de Envigado, caracterizadas por ser las más bellas y artísticas de Antioquia, engalanaban la Semana Santa de la Parroquia Santa Gertrudis. Para el padre Vanegas, las imágenes producidas en los talleres de la ciudad nada tenían que envidiar a las traídas de Barcelona y Quito. Según él, escultores como Misael Osorio y don Pablo Estrada o artistas catalanes como Pedro y Manuel Radúa trabajaban todo el año tallando imágenes que se convertían en modelos y prototipos para producciones en serie[148].

Con el trajín de las procesiones y las fiestas religiosas, las imágenes fueron perdiendo su calidad y brillo, por lo cual muchas tuvieron que ser restauradas en el transcurso del tiempo. En 1945 el padre Duque ordenó el retoque del grupo del Resucitado, lo cual ocasionó disgustos entre los feligreses que querían mantener la originalidad de la imagen traída de Europa en el siglo XIX. Sin embargo, el imaginero Misael Osorio manifestó que en tiempos del padre Mejía el grupo tuvo un retoque de pintura y decorado, así que era falso lo que creía la gente. El trabajo de retoque había sido encomendado al Taller de escultura de don Álvaro Carbajal en asocio con don Manuel Montoya. Además, el padre Mejía encomendó a Osorio y Carvajal para que le pusieran ojos de cristal, situación que obligó al retoque general de las obras. El Padre Duque debió hacer envenenar la imagen del Resucitado que estaba siendo invadida por un gusano y como consecuencia se vio en la necesidad de ordenar realizar un retoque de pintura y decorado[149]. Fue restaurado nuevamente en 1996 por el artista Leonel Gutiérrez, por orden del padre Nelson Sierra[150].

Otras de las imágenes que fueron restauradas por el artista Leonel Gutiérrez por orden del padre Sierra fueron: El Señor Atado a la Columna (1996), el Señor de la Piedra (1997), el Señor del Triunfo (1997), el Señor del Huerto, Nuestra Señora de los Dolores (1997), San Pedro, Santa Gertrudis (1997) y la Virgen del Carmen (1997). En el Taller Nazaret de Envigado fueron restauradas varias imágenes de la Parroquia Santa Gertrudis, entre ellas todos los apóstoles elaborados por el maestro Misael Osorio, un Soldado Romano de don Josué Giraldo, y una restauración  en 1993 del señor del Huerto, de procedencia Europea[151].

Con trabajos de restauración o no, las imágenes religiosas de la iglesia de Envigado siempre están relucientes para el culto o para salir a las procesiones, pues las vidas de los santos llegan como ejemplos para afianzar la fe cristiana en las personas. Con las procesiones, las imágenes pasan por las calles y los fieles las veneran, porque están convencidos que ellas bendicen sus casas y familias cuando pasan, por eso las procesiones están relacionadas con el espíritu evangelizador de la Iglesia[152].

En Envigado, la Semana Santa es un referente religioso, no solo por la calidad y belleza de sus imágenes, sino por el valor artístico y gran despliegue que se hace con cada Paso o escena de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Desde el 2009, el Concejo Municipal avaló la inscripción de la Semana Santa de la parroquia Santa Gertrudis en la lista indicativa de candidatos a bienes de interés cultural para su futura declaratoria de patrimonio cultural material e inmaterial del municipio de Envigado, para lo cual se ordenó a la Dirección de Cultura del Municipio elaborar un proyecto especial de conservación, protección y divulgación para la Semana Santa, así como una monografía de la misma a cargo del Centro de Historia de Envigado (Acuerdo 006 de 2009).

La monografía de la Semana Santa de Santa Gertrudis fue realizada por Mildred Gómez Arango y entregada en 2015 en una ceremonia en la parroquia con presencia del señor alcalde, Héctor Londoño Restrepo. En ella se resaltó la Semana Santa como un “fenómeno cultural y expresión de la piedad y religiosidad popular”. La intención de la monografía fue constituir la Semana Mayor de la parroquia de Envigado como Patrimonio Inmaterial de la Nación[153].

Por lo anterior, el 18 de agosto de 2015el honorable Representante Germán Blanco Álvarez  erradicó en la Cámara de Representantes el proyecto de ley para declarar Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación la celebración de la Semana Santa de la Parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado. De acuerdo con la exposición de motivos, el proyecto de ley “es el resaltado de una búsqueda comunitaria por la protección del patrimonio histórico, cultural, tradicional y de devoción de la Parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, Antioquia, basada en las vivencias de hombres y mujeres del municipio de Envigado, quienes año a año, en cada Semana Santa, han celebrado su fe, creando, manteniendo y transmitiendo tradiciones, costumbres, prácticas, técnicas, conocimientos y experiencias”. Dicha “búsqueda fue apoyada por la Administración Municipal, el Concejo Municipal y la Secretaría de Educación para la Cultura, instituciones convencidas de la importancia de dar a conocer la riqueza de una cultura propia.”[154]

Después de dos debates en el Congreso, la Semana Santa de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por medio de la Ley 1812 del 27 de octubre del 2012. Además, se autorizó al Ministerio de Cultura para declarar bienes de interés cultural de la Nación los elementos con los cuales se realiza la celebración de la misma[155].

La Semana Santa de 2017 fue la primera celebrada bajo el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. “Fue una celebración llena de fe y devoción que despertó en los envigadeños sentimientos de orgullo y admiración”. De acuerdo con el padre Gerardo Molina, párroco de Santa Gertrudis, “esta es una Semana Santa magnifica, aquí hay más de 500 personas detrás de este movimiento, quedamos altamente sorprendidos y agradecidos con Dios y con toda la comunidad”[156].

El órgano tubular

Después de su consagración, uno de los acontecimientos importantes protagonizados por la parroquia y que motivó a  toda la comunidad envigadeña fue la llegada del órgano tubular en 1909. Desde la visita pastoral de 1889, el obispo, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, había mandado comprar un órgano de tubo para el servicio de la Iglesia, orden que el padre Mejía acato de inmediato y se dispuso a conseguir el mejor instrumento para el templo. El órgano, célebre por el registro de sus voces humanas, fue construido por la Fábrica Xuclá de Barcelona España y es considerado el mejor en su estilo que entró al país a principio del siglo XX.

La llegada del órgano de la parroquia Santa Gertrudis fue tan popular e importante que el mismo Alcalde Lino Beltrán decretó, varios días antes de su llegada, que todos los vecinos debían proceder “a pintar todas las puertas y ventanas que den a las calles, a blanquear las paredes, desyerbar todos los frentes de las casas, a componer las aceras y empedrados, a tapar todas las cajas de las aguas que estén destapadas y en mal estado”. De acuerdo con el alcalde, todos debían cumplir con este mandato, pues de lo contrario, debían pagar un apremio de un peso oro por cada una de las obras que no se realizaran, pues, según él, “no es justo que para una fiesta de la que se trata, nos digan que tenemos el primer órgano de Colombia en una población abandonada”[157].

El costo total del órgano, incluida la compra, el transporte, la construcción de coro, el montaje y demás accesorios fue de $1.200.000 p.m.[158]. El coro fue construido en madera y en tiempos del padre Pablo Villegas López (1957-1973) fue reforzado en hierro y concreto. Para el templo, el coro se constituye en una conexión directa física y visual con el altar, porque allí es “donde se sientan los religiosos para cantar las horas canónigas y celebrar los divinos oficios, respondiendo al sacerdote que canta la misa en el altar mayor”[159].

El 18 de noviembre de 1909, la junta de fábrica de la parroquia, envío una resolución al Arzobispo de Medellín, Manuel José Caycedo, en donde le comentaban que el órgano valió 35.000 pesetas en la Fábrica y que aún debían 8.000. Para lo cual solicitaban licencia para conseguir en cuenta corriente y a un interés que no excediera del uno y medio por ciento mensual el dinero y así poder pagar la deuda en Europa. El Arzobispo no concedió la licencia, porque, él había dado permiso para colectar limosnas para comprarlo, además lo más natural era que la junta encargada del órgano firmara el pagaré y no el mayordomo de fábrica, lo que hacía que  la Junta de la Iglesia se hiciera responsable de una deuda imposible de pagar con los fondos de la fábrica[160].

Ante esta situación, el padre Mejía adquirió un crédito de los señores Félix Salazar e Hijos de Manizales por valor de $1.700, para pagar el órgano. Deuda que no pudo pagar y dejó a su sucesor después de terminado su curato en 1918, cuando el obispo le pidió renunciar a la Parroquia. En palabras del Padre Mejía, “otorgué escritura de mi casa a favor de la parroquia e hice constar como condición expresa de la donación que hacía, que la parroquia de Envigado quedaba obligada a pagar lo que aún se debía del órgano de la misma, y en esta cláusula me referí al crédito pendiente con los señores Salazar e Hijos, ya que era la única deuda que entonces existía respecto del órgano”[161]. Esta donación se hizo en 1918 y en 1924, la parroquia no había pagado dicha deuda por lo que el padre Mejía emprendió acciones judiciales para recuperar su casa de Envigado.

El órgano fue estrenado por el Maestro Luis Santamaría, artista envigadeño quien recibió su instrucción musical con notables profesores  como el famoso tenor, Pedro Nolasco Santamaría (su tío) y la distinguida profesora de piano, Doña Luisita Uribe de Uribe, sobrina del Doctor Manuel Uribe Ángel. En 1907 inicio sus labores como maestro de Capilla en la Parroquia Santa Gertrudis, donde interpretaba un armónico en las solemnidades religiosas. Santamaría interpreto el órgano tubular hasta su muerte en 1957[162].

El uso continuo durante 54 años lo deterioraron notoriamente y en 1963 debió ser restaurado por primera vez después de su llegada a la Parroquia. Se contrató al señor Hans-von-Stutzinger, para su reparación. Él advirtió que el órgano era de muy buena calidad, pero estaba en muy mal estado por la suciedad, que los fuelles de badanas estaban destruidos, al igual que las membranas y los tubos de madera comidos por comején. La reparación costó $14.250  y fue entregado  al maestro Jaime Santamaría el 25 de agosto de ese año. En 1976 fue visitado por el célebre fabricante alemán Oscar Binder, quien lo declaro inservible y dijo que no admitía reparaciones, por lo cual se compró un órgano electrónico moderno[163].

 A pesar de que una fundación norteamericana se interesó por el valor artístico del órgano y busco como  restaurarlo, no encontraron un eco positivo y este debió esperar hasta 1990 cuando el Presbítero Eugenio Villegas Giraldo, cura de Santa Gertrudis, adelanto una campaña para restaurarlo. Después de muchos esfuerzos de los fieles el maestro Jesús Antonio Poveda lo restauró y fue reinaugurado el 6 de julio de 1990 en una ceremonia presidida por la inauguración de una exposición pictórica conformada por obras del padre Julio Jaramillo y la interpretación magistral del maestro Hernando Montoya.[164]

Con el ánimo de volver a escuchar el órgano tubular de Santa Gertrudis, en 1998, se inauguró el Festival de Música Religiosa, gracias a las gestiones del señor Mario Vélez Calle, concejal y gestor de la vida cultural de Envigado. El padre de ese entonces, Monseñor Nelson Sierra, dio el visto bueno al festival y don Mario convocó a los organistas Álvaro Posada y Mauricio Mejía, y organizó cuatro conciertos en los días previos a la Semana Santa. Según asegura Vélez, gracias al festival surgió en 2001 la Orquesta Sinfónica de Envigado y los “artistas y el público se han familiarizado con la música religiosa”[165].

 

Consideraciones finales

El Envigado de hoy no se puede entender sin la parroquia Santa Gertrudis La Magna, pues por su erección en el siglo XVIII se le dio visibilidad como comunidad organizada. Si bien, la Parroquia es considerada como un territorio que es gobernado por un cura, su historia se centra en el templo, “porque la iglesia se hace en el templo y mediante el templo. El templo es la casa de Dios y la casa del pueblo de Dios. Es el signo de la comunidad cristiana”[166].

En el siglo XIX el templo de la parroquia Santa Gertrudis La Magna se consolido como un referente arquitectónico con un valor estético indiscutible por albergar hermosas obras de arte como son sus ornamentos e imágenes religiosas que hacen que no se necesite ser religioso ni católico para visitarlo y contemplarlo.

Como referente visual del municipio, el templo es un símbolo artístico, religioso y cultural que ha visto crecer urbanísticamente a Envigado, a su alrededor se han presentado los acontecimientos económicos, sociales, religiosos y culturales que le han dado identidad a sus habitantes y por tanto es considerado un referente de ciudad.

Referencias

Archivos

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Archivo Histórico de Medellín (AHM), Medellín: Fondo Concejo de Medellín

Sección Colonia, Actas, Diligencias, Informes

Archivo Arquidiócesis de Medellín (AAM), Medellín

Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, orrespondencia

Archivo Parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado (APSG), Envigado, Inventarios, Providencias,

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[1] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos. Medellín: Comfenalco Antioquia, pp. 39-40

[2] Entrevista personal con don Iván González, 8 de agosto de 2018.

[3] Uribe Ángel, M. (1885). Geografía General y Compendio Histórico del Estado de Antioquia. Francia: Imprenta de Víctor Goupy Jourdan, p. 112

[4] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Actas sobre caminos y calles, 1764, Tomo 13, f. 22.

[5] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Semblanzas de los vicarios de la Calle. Medellín: Argemiro Salazar, p.9

[6] Moreno Martínez, R. (2015). Parroquias, curas y jueces: la administración del espacio y la población en Antioquia, 1750-1820. Trabajo de investigación, Maestría en Historia, Universidad de Antioquia, p.141

[7] Latre, M (1847). El sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento (traducido al castellano por: Ignacio López de Ayala), Barcelona: Imprenta de Ramón Martin Indar, p.211 [En línea] Recuperado de http://fama2.us.es/fde/ocr/2006/sacrosantoConcilioDeTrento.pdf

[8] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.10

[9] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2002). Envigado entre la Montaña y el rio, Tomo 2. Envigado: Editorial Lealon, p.127

[10] De Oviedo, B. (1930).Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada. Manuscrito del siglo XVIII. Bogotá Imprenta Nacional, p. 113-114 [En línea] Recuperado de http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cualidades-y-riquezas-del-nuevo-reino-de-granada-manuscrito-del-siglo-xviii/html/

[11] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p. 11

[12] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2002). Envigado entre la Montaña…. Op. Cit., p. 128

[13] Ibíd. p.128. El término “congrua” se refiere a la renta mínima de un oficio eclesiástico o civil o de una capellanía para poder sostener dignamente a su titular (González Valencia, S. (2013). Los mayordomos de fábrica y la economía de las parroquias en la Provincia de Antioquia, 1825-1842. Medellín: Instituto para el Desarrollo de Antioquia- IDEA, p.142)

[14] Moreno Martínez, R. (2015). Op. Cit., p.38

[15] Decreto de creación del Curato, 13 de julio de 1773. Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.18

[16] Piedrahita Echeverri, J. Mons  (1973). Historia Eclesiástica de Antioquia. Colonia e Independencia 1545-1828. Medellín: Gran América, pp.234-235

[17] Auto de aprobación del Curato de Envigado por parte del Gobernador, 26 de septiembre de 1773. Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.19

[18] Ibíd., p.10

[19] Piedrahita Echeverri, J. Mons  (1973). Op. Cit., pp.203

[20] Garcés, S. (1964). Monografía de la ciudad de Envigado. Medellín: Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, p.12

[21] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Diligencias sobre exención de pago de derechos parroquiales , 1774 Tomo 21, f. 172r-175r

[22] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2002). Envigado entre la Montaña…. Op. Cit., pp.129-130

[23] AHA, Fondo Colonia, Fundaciones, Tomo 47, doc. 1404, f. 3-4

[24] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Informe del Gobernador Francisco Silvestre sobre la nueva erección de los curatos de Envigado e Itagüí (1776), Tomo 22, f.52r-52v.

[25] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Diligencias sobre licencia repartimiento sobre la  construcción de la iglesia de Envigado (1777), Tomo 24, f.381r

[26] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Diligencias sobre licencia repartimiento sobre la  construcción de la iglesia de Envigado (1777), Tomo 24, f.383r-384v

[27] AHM, Fondo Concejo de Medellín, Sección Colonia, Diligencias sobre licencia repartimiento sobre la  construcción de la iglesia de Envigado (1777), Tomo 24, f.385v-386v

[28] Archivo Parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado (APSG), Inventario de las Alhajas y ornamentos de Santa Gertrudis, 1838.

[29] Garcés, S. (1964). Op. Cit., p.16

[30] Latre, M (1847). Op. Cit., p.296

[31] Arango, G. (1993). La mentalidad religiosa en Antioquia. Prácticas y discursos, 1828-1885. Medellín: Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, p.111

[32] González Valencia, S. (2013). Op. Cit., p. 15

[33] La custodia es un objeto de orfebrería que se apoya en un pie y se usa para exponer el Santísimo Sacramento (la hostia) (Ibíd., p. 143)

[34] APSG, Providencias 1792.

[35] Sobre las imágenes religiosas se hará mención en el apartado “imaginería religiosa y celebración de la semana santa”

[36] APSG, Inventario de 1792.

“La  expresión “asegurar a censo” se refiere a los préstamos a interés que hacía la Iglesia. El dinero que pertenecía a la fábrica o al culto podía ser solicitado en préstamo por cualquier propietario, su pago era garantizado con un bien raíz. Se redactaba un contrato por medio del cual el cen­satario se comprometía a pagar intereses anuales del 5% al censualista hasta redimir el censo” (González Valencia, S. (2013). Op. Cit., p. 40)

[37] Montoya, J. (2008, junio). “Antioquia: población y territorio en las postrimerías del periodo colonial”. Revista Historia y Sociedad, N° 14, p  233-235.

[38] Álvarez Morales, V. (2013). La Relación de Antioquia en 1808. Medellín: Expedición Antioquia, p.25

[39] Gobernación de Antioquia (2011). Constituciones. Estatutos españoles y antioqueños de la época de la Independencia y comienzos de la República. Colección Bicentenario de Antioquia, p, 281

[40] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos…Op. Cit., pp. 87

[41]Ibíd., pp. 37-88

[42] Gómez, M., González, S., y Sánchez, S. (2013). Pensamiento filosófico en la Independencia de Antioquia. Medellín: Alcaldía de Medellín, p.83

[43] Por Decreto 240 del 2 de mayo de 1825 se ordenaba a los mayordomos de fábrica presentar las cuentas de sus parroquias a los gobernadores de la respectiva provincia. Este mandato tuvo vigencia hasta 1842 cuando se promulgó la Ley 1398 del 21 de junio, la cual derogó el Decreto 240. (González Valencia, S. (2013). Op. Cit., pp.150-151)

[44] González Valencia, S. (2013). Op. Cit., p.154

[45] Garcés, S. (1964). Op. Cit., p. 33

[46] Rubial, A. y Bieñko, D. (2003). “La más amada de Cristo. Iconografía y culto de Santa Gertrudis en la Nueva España”. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, N° 83, p.

[47] Ibíd.

[48] Ibíd., p.10

[49] Ibíd., pp. 16-18

[50] Ángel, L. “¿Por qué Santa Gertrudis es la Patrona de Envigado?”. Gente, 29 de noviembre de 2017 [En línea]. Recuperado de http://gente.com.co/historia-de-santa-gertrudis-patrona-de-envigado/

[51] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p. 8

[52] Garcés, S. (1964). Op. Cit., pp.31-32

[53] Ibíd.,pp.32-33

[54] Ochoa, L. (2004). Cosas viejas de la Villa de la Candelaria. Instituto Tecnológico Metropolitano (ITM), Colección Biblioteca Básica de Medellín, p. 207

[55] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud para construir un nuevo templo en Envigado, 1859

[56] Mejía Montoya, A. Comp. (1977).Op. Cit., p. 14

[57] Ortiz Mesa, L. (2010). Obispos, clérigos y fieles en pie de guerra: Antioquia 1870-1880.Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, p. 36

[58] Giraldo, J. (2003). La Guerra Civil de 1860 en el estado Soberano de Antioquia. Un aporte descriptivo y documental. Trabajo para optar el título de historiador. Universidad de Antioquia, s.p.

[59] [59] Ortiz Mesa, L. (2010). Obispos,… Op. Cit., p.37

[60] Ibíd., p. 53

[61] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.14

[62] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud de un nuevo padre para la parroquia de Envigado, 1868.

[63] Garcés, S. (1964). Op. Cit., p.26

[64] Flórez, J. (2009). “Presbítero Jesús maría Mejía Bustamante. Forjador del alma envigadeña”. Centro de Historia de Envigado, Personajes de Envigado en el siglo XX.

[65] Poveda Ramos, G. (1987). “Ingenieros inmigrantes y minería en la Antioquia del siglo XIX”, p.114 [En línea] Recuperado de http://repositorio.colciencias.gov.co/bitstream/handle/11146/1262/1987-V11-N1-2-Articulos-Art%201-2.6.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[66] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.14

[67] Jaramillo, J. (1986). Lo que tú no sabes de Envigado 1786-1986: estudio histórico artístico. Bogotá: Centro de Historia de Envigado, p.55

[68] Ibíd., p. 15

[69] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1880.

[70] Jaramillo, J. (1986). Op. Cit., pp.51-52

[71] Ibíd., pp.52-56

[72] Vanegas Montoya, R. (2004). Del Carriel y la guayaba. Envigado a mediados del siglo XX. Envigado, Compañía Litográfica, pp.58-59

[73] Garcés, S. (1964). Op. Cit., p. 37

[74] Valencia, U. “Con manivela avanzan nuestras horas. El reloj del templo de Santa Gertrudis”. Gente, 11 de junio de 2010

[75] Arango, N. “Envigadeños sin hora mientras reparan el reloj de Santa Gertrudis”, El Colombiano, 12 de octubre de 2010.

[76] Arcila Estrada, A. “Tomás María Osorio Arias”, Boletín Histórico, Centro de Historia de Envigado, año 69, N° 22, diciembre de 2015, p.105

[77] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos…Op. Cit., p. 129

[78] López, M. (2015). Altares, retablos, pulpitos y coros: elementos del mobiliario religioso colonial. [En línea]. Recuperado de: http://www.revistacredencial.com/credencial/historia/temas/altares-retablos-pulpitos-y-coros-elementos-del-mobiliario-religioso-colonial

[79] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1889, f.84. El tabernáculo también es conocido como sagrario y es un mueble que se utiliza para guardar el pan consagrado en la eucaristía.

[80] La Sacristía es el lugar de los templos, donde se visten los sacerdotes y están guardados los ornamentos y demás objetos usados en el culto. González Valencia, S. (2013). Op. Cit., p. 145

[81] El Presbiterio es el espacio en el templo que precede al Altar Mayor

[82] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1889 f. 84-85

[83] López, M. (2015). Altares, retablos, pulpitos y coros: elementos del mobiliario religioso colonial. [En línea]. Recuperado de: http://www.revistacredencial.com/credencial/historia/temas/altares-retablos-pulpitos-y-coros-elementos-del-mobiliario-religioso-colonial

[84] Ibíd.

[85] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1895, f. 285

[86] “Acta de consagración del Templo de Envigado”, Ceibas, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 21 de septiembre de 1940, p.40

[87] “Reseña Histórica de Sabaneta”, Anuario Estadístico, sabaneta 2012-2015 [En línea]. Recuperado de http://www.sabaneta.gov.co/institucional/Anuario/1.2_Rese%C3%B1a%20HistoricaN.pdf

[88] Garcés, S (1964). Op. Cit., p. 42

[89] Arango, A. y Toro, A. (2015). “Proceso de municipalización de Sabaneta, 1958-1968”. Trabajo para optar el título de Historiador, Universidad de Antioquia

[90] Restrepo, E. (2017). Historia de Rosellón (1912-1943).Centro de Historia de Envigado, pp. 12, 13 y 25.

[91] Restrepo, E. (2017). Historia de Rosellón… Op. Cit., p. 9

[92] “Envigado necesita otro templo”, Ceibas, 25 de agosto de 1945, p. 4

[93] “Sobre el nuevo templo”,  Ceibas, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 24 de noviembre de 1945, p. 4

[94] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud de licencia para construcción de la parroquia San José, 1947

[95] Directorio de parroquias de la Arquidiócesis de Medellín. [En línea]. Recuperado de http://arqmedellin.co/_wb/_domain/arqmedellin.co/es-CO/directorio-arquidiocesano.php?d=church&i=294&sggt=Santa%20B%C3%A1rbara

[96] “Vicario Episcopal”. Lexicon Canonicum. [En línea] Recuperado de http://www.lexicon-canonicum.org/materias/organizacion-eclesiastica/organizacion-en-circunscripciones-eclesiasticas-y-organizacion-local/vicario-episcopal/

[97] Archivo Arquidiócesis de Medellín (AAM), Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1907-1929, p. 387-388

[98] Archivo Arquidiócesis de Medellín (AAM), Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud de licencia para construir la capilla del Señor Sacramentado, 1926

[99] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1907-1929, p. 388

[100] Vanegas Montoya, R. (2004). Op. Cit., p. 75

[101] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Actas de visitas pastorales, 1907-1929, p. 390

[102] APSG, Informe y gratitud del padre Pablo Villegas (1957-1973), f.7

[103]“Concilio Vaticano II. Años 1962-1965” [En línea]. Recuperado de http://es.catholic.net/op/articulos/25245/concilio-vaticano-ii-aos-1962-1965.html#modal

[104] Especie de atril desde el que se proclama la lectura de la biblia

[105] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Concepto de la Junta de Arquitectura y Arte Sagrado de la Arquidiócesis, 1956

[106] Concejo Municipal de Envigado, Acuerdos, Acuerdo 24 del 19 de febrero de 1989.

[107] APSG, Mejoras realizadas en la parroquia Santa Gertrudis bajo la rectoría del padre Eugenio Villegas Giraldo, 1988

[108] APSG, Informe de gestión del 2000

[109] “Un nuevo color para Santa Gertrudis”, El Informador, marzo de 2001

[110] “Valor arquitectónico”, El Envigadeño, septiembre de 2001, p. 9

[111] Ibíd.

[112] “Un nuevo color para Santa Gertrudis”

[113] Cuervo Jiménez, J, “Algo más que una restauración física. Las obras de la Iglesia Santa Gertrudis de Envigado”, La Piedra de la Ayurá, octubre de 2001.

[114] Vásquez Mejía, O, “Santa Gertrudis y su restauración arquitectónica, un compromiso de todos”, La Piedra de la Ayurá, mayo de 2002.

[115] “Nuevo frontis”, El Informativo Metropolitano, septiembre de 2006

[116] “El templo de Santa Gertrudis La Magna espera restauración total”, La Piedra de la Ayurá, junio de 2001

[117] “El nuevo rostro de Santa Gertrudis”, El Colombiano, 21 de septiembre de 2006

[118] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2002). Envigado entre la Montaña…. Op. Cit., pp.157-159

[119] Uribe Ángel, M. (1885). Op. Cit., p. 115

[120] Archivo Concejo Municipal, Acta 44 del 9 de noviembre de 1922

[121] Archivo Concejo Municipal, Acta 52 del 22 de enero de 1923

[122] APSG, Correspondencia, solicitud de licencia para ceder parte del atrio al Municipio, 19 de febrero de 1941

[123] Vanegas Montoya, R. (2004). Op. Cit., pp.54-56

[124] Garcés, S. “Se constituye la Junta para el monumento al Padre Jesús María Mejía”, Ceibas, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 11 de diciembre de 1943 p. 4

[125] Mesa, S. “Breve biografía del padre Jesús María Mejía”, Ceibas, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 20 de noviembre de 1943, p.3

[126] “En marcha la remodelación del parque principal de Envigado”, Presencias, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 17 de mayo de 1970, p.1

[127] Martínez, R. “Opiniones divididas en Envigado por Remodelación del Parque”, El Colombiano, 3 de marzo de 2016. [En línea] Recuperado de http://www.elcolombiano.com/antioquia/habitantes-se-apropian-del-nuevo-parque-principal-de-envigado-CF3689051

[128] “Siete claves para entender la remodelación del Parque de Envigado”, De la Urbe, 30 de junio de 2014 [En línea] Recuperado de http://delaurbe.udea.edu.co/2014/06/30/siete-claves-para-entender-la-remodelacion-del-parque-de-envigado/

[129] Pérez, M. (2009). “Sotos son santos en lienzos y esculturas”, Fronteras de la Historia, Vol.14-1, p.41 y 43

[130] Latre, M (1847). Op. Cit., p.330-331

[131] Pérez, M. (2009), Op. Cit. , pp.44-45

[132] APSG, Inventario de 1792

[133] Tablero o plataforma sostenida por dos barras o listones horizontales y paralelos que sirve para transportar a hombros a una persona o cosa, especialmente una imagen religiosa.

[134] Gómez Arango, M. (2015). Patrimonio, tradición y devoción: Semana Santa de la Parroquia Santa Gertrudis La Magna. Envigado, p. 183

[135] APSG, Inventario de 1858-1862 por el Pbro. José Joaquín de Escobar

[136] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos… Op. Cit., p.127

[137] APSG, Inventario de la imágenes de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, 2010.

Gómez Arango, M. (2015). Op. Cit., p. 186

[138] Ibíd.

[139] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos… Op. Cit., p.133

[140] Arcila Estrada, A. “Tomás María Osorio Arias”, Op. Cit., pp.105-106

[141] APSG, Inventario de la imágenes de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, 2010

[142] Jaramillo, J. (1986). Op. Cit., p.46

[143] APSG, Inventario de la imágenes de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, 2010

[144] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2011). De Envigado y otros tiempos… Op. Cit., p.132

[145] Gómez Arango, M. (2015). Op. Cit., p. 185

[146] Jaramillo, J. (1986). Op. Cit., p.48

[147] Vanegas Montoya, R. (2004). Op. Cit., pp.99-100

[148] Ibíd., p. 100

[149] Osorio, M.”Algo sobre el Resucitado de Envigado”, Ceibas, órgano de la Sociedad de Mejoras Públicas, 25 de agosto de 1945.

[150] APSG, Inventario de la imágenes de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, 2010

[151] APSG, Inventario de la imágenes de la parroquia Santa Gertrudis La Magna de Envigado, 2010

[152] “Un patrimonio sagrado” Revista Semana, 4 de diciembre de 2014 [en línea] Recuperado de https://www.semana.com/cultura/articulo/las-procesiones-de-mompox-popayan-un-patrimonio-sagrado/383411-3

[153] “Alcalde de Envigado entrega libro sobre la investigación cultural de la semana santa de la Parroquia Santa Gertrudis”, Último Minuto, 22 de abril de 2015 [en línea] Recuperado de https://www.minuto30.com/alcalde-de-envigado-entrega-libro-sobre-investigacion-cultural-de-la-semana-santa-de-la-parroquia-santa-gertrudis/331454/

[154] Congreso de la República, Proyecto de Ley 075 de 2015. [En línea]. Recuperado de http://leyes.senado.gov.co/proyectos/index.php/textos-radicados-senado/p-ley-2017-2018/915-proyecto-de-ley-075-de-2017

[155] Congreso de la República, Ley 1812 de 2016 [En línea]. Recuperado de http://es.presidencia.gov.co/normativa/normativa/LEY%201812%20DEL%2027%20DE%20OCTUBRE%20DE%202016.pdf

[156] Alcaldía de Envigado, “Mejores momentos de la Semana Santa en Envigado 2017”. [En línea]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=qLQsNq92rlw

[157] Sánchez Bustamante, V. Mejía Martínez, J. (2002). Envigado entre la Montaña y el rio, Op. Cit., p. 240.

[158] AAM, Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud de licencia para conseguir dinero para pagar el órgano, 1909.

[159] López, M. (2015). Altares, retablos, pulpitos y coros: elementos del mobiliario religioso colonial. [En línea]. Recuperado de: http://www.revistacredencial.com/credencial/historia/temas/altares-retablos-pulpitos-y-coros-elementos-del-mobiliario-religioso-colonial

[160] Archivo Arquidiócesis de Medellín (AAM), Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Solicitud de licencia para conseguir dinero para pagar el órgano, 1909.

[161] Archivo Arquidiócesis de Medellín (AAM), Fondo Diócesis de Medellín, Correspondencia, Carta del padre Jesús María Mejía al Arzobispo Manuel José Caycedo, 10 de noviembre de 1924.

[162] Agudelo, R. (2009). “Presbítero Jesús maría Mejía Bustamante. Forjador del alma envigadeña”. Centro de Historia de Envigado, Personajes de Envigado en el siglo XX, s.p.

[163] Jaramillo, J. (1986). Lo que tú no sabes de Envigado… Op. Cit., p.57

[164] “En la Iglesia de Santa Gertrudis el órgano tubular vuelve a vivir”, 6 de julio de 1990 [Recorte de periodo APSG]

[165] Sánchez. F. “Un festival para escuchar con fervor”, El Mundo, 20 de marzo de 2015 [En línea] Recuperado de http://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=252861

[166] Mejía Montoya, A. Comp. (1977). Op. Cit., p.16.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column el_class=»santa gerrpkfñdasñk»][vc_column_text]

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