JOSE FELIX DE RESTREPO

Busto del personaje en el parque de Sabaneta.

Por: Sacramento Garcés Escobar (monografía de Envigado 1986)

El Dr. José Félix de Restrepo, patriota eminente, magistrado incorruptible, juez inmaculado, es sin duda alguna una de las más nobles y egregias figuras de la patria.

La partida de bautismo se encuentra en los libros de la Parroquia de Nuestra señora de la Candelaria; pero el hecho es explicable porque en el año de su nacimiento (1760) aún no había sido fundado el Municipio de Envigado y sus tierras en lo civil y en lo eclesiástico pertenecían a Medellín por lo cual el recién nacido fue llevado a recibir las aguas bautismales en la Parroquia de la Candelaria.

Nació en Envigado, en una casa situada en Sabaneta, cercana a la quebrada “La Dr.a”, que precisamente lleva este nombre en memoria de los cinco Dr.es, que nacieron en la solariega mansión, hijos de don Vicente de Restrepo y doña Catalina Vélez.

Envigado tiene a Restrepo como al hijo más ilustre y este quiso siempre a su patria chica con amor entrañable, como lo atestigua don Mariano Ospina Rodríguez su discípulo y amigo, quien escribió lo siguiente sobre su maestro: “En los postreros años de su vida, halagábale dulcemente la idea de volver a Envigado que llamaba siempre “Mi pueblo”, cuyos campos y montañas recordaba con tierno entusiasmo y vivir allí, libre de la asidua tarea diaria o de los grandes cuidados que habían ocupado todos los días de su larga y laboriosa carrera”.

La partida de bautismo tomada de los libros parroquiales de la Iglesia de la Candelaria dice textualmente: “El 28 de noviembre de 1760 el Dr. don Juan José de Restrepo puso óleo y chrisma a José Félix, antes bautizado, hijo legítimo de don Vicente Restrepo y doña Catalina Vélez. Fueron padrinos don José Echavarría y doña Manuela Vélez. Dr. Esteban Antonio de Posada, Cura”.

La frase “antes bautizado”, que trae la anterior partida, parece indicar que el niño, por causa de enfermedad, recibió las aguas del bautismo en su propia casa de Sabaneta y que luego fue llevado a Medellín  para completar su bautismo.

Fueron sus abuelos paternos: don Alonso de Restrepo y Méndez de Sotomayor, asturiano, quien llegó a las tierras antioqueñas en el año de 1681 y doña Josefa Guerra Peláez y Ruiz de la Cámara. Abuelos maternos: don Ignacio Vélez (Hijo del Capitán Juan Vélez de Rivero) y doña María Guerra Peláez.

Todas las enciclopedias y diccionarios biográficos traen al Dr. Restrepo como hijo muy ilustre de Envigado.

Los estudios

En la placidez de la señorial mansión donde naciera, recibió José Félix de Restrepo las primeras enseñanzas de su tío Cristóbal José Vélez de Rivero, quien a la par que le enseñaba las primeras letras le inculcaba el amor a la virtud y a las cristianas tradiciones de su raza.

A los trece años José Félix se separó de su familia y llegó a Santa Fé de Bogotá, en enero de 1773, para adelantar sus estudios filosóficos y políticos, pues en Medellìn no existía un centro de enseñanza superior.  Inscrito en las aulas prestigiosas del colegio de San Bartolomé, siguió al mismo tiempo los cursos de matemáticas que José Celestino Mutis dictaba en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Desde el primer momento se destacó en los claustros y fue tanta su aplicación al estudio que a los 18 años fue nombrado pasante en Filosofía y dos años después el Virrey lo nombró en propiedad para dictar esa cátedra.

En junio de 1776 se le otorgó el grado de Bachiller y el 7 de mayo de 1780 el de Dr. en Derecho civil. Después de recibir el grado regresó a su patria chica, en donde encontró el hogar atribulado por la muerte reciente de la madre.

El Maestro

Fue el Dr. José Félix de Restrepo uno de los grandes educadores de su tiempo. La sola labor docente que llevó a cabo en Popayán, Medellín y Bogotá sería suficiente para inmortalizarlo; basta anotar los nombres de sus discípulos para apreciar la magna tarea realizada, fueron ellos, entre otros: el Sabio Caldas, Torres, Pombo, Zea, Ulloa, Ospina Rodríguez y muchos otros.

El joven abogado recibió un buen día en su casa de Envigado una comprometedora carta del Excelentísimo señor obispo de Popayán, Dr. Jerónimo Antonio de Obregón en la cual le pedía que fuera a la ciudad de Belalcazár a dictar la cátedra de Filosofía, y Restrepo fue a Popayán provisto de su título de abogado y de su experiencia como Profesor en San Bartolomé.

En el Seminario de Popayán regentó cátedras con ejemplar sabiduría por largos años y allí fue profesor de Caldas, los Zeas, los Torres, los Pombos y demás patriotas de inmortal memoria. En la señorial ciudad el amor tocó a sus puertas y allí contrajo matrimonio el 30 de mayo de 1788 con doña Tomasa de Sarasti y Ante, sobrina de Agustín de Valencia, primer Conde de Casa Valencia.

Ilustre fue la descendencia de este matrimonio, fueron sus hijos los siguientes: León Félix, que murió joven; María Josefa, casada con don francisco Sarasti, su primo; Manuel que fue un notable abogado, casado con María Francisca Pardo; Mariano, casado con Genoveva Obeso y Cristóbal, casado con Dominga Fernández.

El Libertador de los esclavos

El profesor se trocó en estadista y el Dr. José Félix de Restrepo dejó su labor en las aulas para dedicarse a una intensa vida pública que los llevó a ocupar los más diversos cargos al servicio de la República: Consejero de Estado, Ministro de Relaciones Exteriores, Secretario del Interior, Parlamentario, Magistrado, Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Prestó invaluables servicios a la causa de la Independencia.

En 1811 el ejército realista a órdenes de don Antonio Tenorio atacó la ciudad de Popayán, y el Dr. Restrepo se constituyó espontáneamente caudillo de los estudiantes y de su valor personal da fe el General José Hilario López, entonces estudiante, quien refiere: “Fue el primero que disparó su arma contra los asaltantes; y yo, a su ejemplo, hice fuego con la mía, admirando con entusiasmo la sangre fría del Dr. Restrepo, a quien miraba en esos momentos críticos como un semidiós”.

Su amor a la libertad en el más amplio sentido, lo llevó a emprender una campaña en favor de los esclavos y desde entonces consagró su vida a la realización de esta idea nobilísima. No entendía él como mientras se hacía una guerra contra España para lograr la libertad política aún subsistía la esclavitud en el suelo colombiano. Protestó en todo momento por este terrible comercio humano, por esa escandalosa trata, invocando razones de moral y caridad.

Primero fue en Antioquia en donde redactó el inmortal proyecto que presentó al dictador Juan del Corral, sobre “La manumisión de la posteridad de los esclavos africanos y sobre los medios de redimir sucesivamente a sus padres”. Este proyecto fue aprobado definitivamente por el cuerpo legislativo de Antioquia el 20 de abril de 1814. Los nacidos desde la fecha de la promulgación fueron declarados libres y sus nombres inscritos en los registros civiles.

Luego llevó su acción en favor de los esclavos a toda la nación y como presidente del primer Congreso de la Gran Colombia, reunido en Cúcuta en 1821, presentó el proyecto de Ley sobre manumisión de esclavos y lo defendió en forma elocuente, aduciendo textos de la Sagrada Escritura. El proyecto triunfó, fue Ley de la República y José Félix de Restrepo pasó a la posteridad con el honroso título de “Libertador de los esclavos”.

El Magistrado

Si la personalidad de José Félix de Restrepo fue multifacética y descolló en varios campos del saber humano, no cabe duda de que se destacó más que todo como magistrado incorruptible, como juez inmaculado, como modelo de jurisconsulto, como abogado probo y sabio, que ejerció su profesión con una honradez acrisolada y una rectitud y desinterés ejemplares.

Dictó desde la Corte Suprema de Justicia y desde la Corte Marcial fallos trascendentales que lo han mostrado a la posteridad como ejemplo de magistrado integérrimo. Habiendo fallado adversamente un caso en contra de una viuda, se convenció más tarde del error de la sentencia, entonces de su escaso peculio personal indemnizó íntegramente, en capital e intereses a la viuda. Así obraba este hombre ejemplar.

Sus fallos son modelo de sabiduría, moderación y prudencia. Absolvió por falta de pruebas a José María Obando y >José Hilario López, del tremendo crimen que se les imputaba contra la ilustre vida del Mariscal Sucre, cobardemente asesinado en la montaña de Berruecos.

No quiso votar la pena de muerte contra el Coronel Leonardo Infante por la muerte del teniente Francisco Perdomo, sino la de diez años de presidio. En cambio condenó a muerte al General José María Córdoba, mientras los demás lo absolvían, por la muerte que dio al soldado Valdés en Popayán. A este propósito copiamos a continuación la preciosa anécdota que con el título de “Un León y una Paloma” escribió al Dr. Rafael Núñez:

“Don Félix de Restrepo el Arístides colombiano dio su voto por el fusilamiento del General Córdoba, que tenía sobre sus sienes, frescos aún, los laureles de Ayacucho. Conocido es para todo el que haya leído la historia de Colombia, el veredicto que fue la absolución.

Pocos días después estando Córdoba en el balcón de su casa pasó Restrepo por la acera fronteriza:

-Adiós Dr. Le gritó Córdoba. ¿Conque usted votó porque me fusilaran?

-Yo, no, respondió Restrepo. Yo no… la Ley.

-¿Quiere usted Dr. Que esta tarde demos los dos solos un paseo?

-Con gusto, General, contestó don Félix.

Por la tarde iban de bracero Córdoba y Restrepo, un León y una Paloma, por uno de los barrios al oriente de Bogotá.

¿Qué será, decían en Bogotá, de la suerte del Dr. Restrepo al lado de ese hombre acostumbrado a mandar legiones de héroes y a poner en jaque a los mejores capitanes? ¡Pobre Dr. Restrepo!

Entretanto ellos paseaban tranquilamente, queremos decir el valor y la probidad. Sentáronse en una piedra que aún se conserva, hablaron de muchas cosas pero ni una palabra sobre el juicio. Fuéronse a un ventorrillo, comieron algunas pastas y las remojaron con una copa de jerez.

Toda Bogotá les vio regresar de bracero y conversando amistosamente. Al despedirse, Córdoba miró de hito en hito a Restrepo, anciano, débil y valetudinario, se abalanzó sobre él y le dio un abrazo que fue correspondido. Se estrecharon las manos y Córdoba le dijo:

-¡Sálvese el magistrado para la ley!

-¡Sálvese el héroe para la patria!

Contestó Restrepo, y se encaminó al gabinete a continuar la interrumpida lectura de un capítulo del evangelio de San Juan”.

Su muerte

El Dr. José Félix de Restrepo murió en Bogotá el 23 de septiembre de 1832 a los 72 años de edad. Dice así su partida de defunción:

“En Bogotá a 25 de septiembre de mil ochocientos treinta y dos se sepultó en la Iglesia de Santo Domingo el cadáver del señor Dr. Félix de Restrepo, casado con la señora Tomasa Sarasti. Se administró. Doy fe – Juan de la Cruz Gómez Plata”.

Las exequias fueron solemnísimas, asistieron las autoridades civiles y eclesiásticas, sus numerosos discípulos, los esclavos que habían sido liberados gracias a sus gestiones, y el pueblo bogotano en general que admiraba a este hombre extraordinario, modelo de rectitud y probidad.

Amó la Justicia hasta los últimos momentos de su vida. Al decir de su ilustre biznieto, don Antonio Gómez Restrepo, poco tiempo antes de morir, ya ciego y enfermo, llamó a su hijo Manuel, también abogado y le dijo: “Tú serás llamado algunas veces a juzgar; que la justicia dirija todos tus actos; si es necesario cometer una injusticia para que no se trastorne el universo, deja que se trastorne el universo antes de  cometer la injusticia”.

Era el Dr. Restrepo de pequeña estatura, ancho de espalda, frente espaciosa, rostro ovalado, ojos pequeños, nariz recta, cejas enarcadas, boca pequeña, su fisonomía inspiraba simpatía a la vez que respeto.

fuentes:

Herrera Restrepo, Daniel «El Pensamiento Filosófico de José Felix de Restrepo», Biblioteca Colombiana de Filosofía, Universidad de Santo Tomás, 2006.

Garces, SAcramento MOnografía de Envigado, edición de 1964